La sopa cósmica
Todos sabemos que la sopa es una mezcla abundante y sin orden ni concierto de muchos ingredientes que flotan en un líquido. Comemos sopa, y una buena sopa es uno de los grandes dones de los dioses.
Sin embargo, el significado del término sopa se ha ampliado e incluye muchas otras cosas además de una buena minestrone. Por ejemplo, es posible que cuando la Tierra era joven y no había vida en ella, la acción de los rayos ultravioletas sobre los compuestos sencillos de la atmósfera y el océano primitivos formara moléculas más complejas. A lo mejor, el océano se convirtió en una «sopa» de dichas moléculas, a partir de las cuales aparecieron las primeras formas de vida primitivas. No todo el mundo está de acuerdo con esta imagen del origen de la vida, pero ha sido una versión muy popular y todos sabemos lo que es una «sopa oceánica».
Esta sopa no es la primera de su clase. La mayoría de los científicos está de acuerdo en que el Universo se está expandiendo, así que si retrocediéramos en el tiempo y nos imagináramos al Universo rejuveneciendo, se estaría contrayendo. Lentamente se iría haciendo más pequeño, más denso y más caliente. A medida que el tiempo retrocediera hacia la gran explosión, la temperatura aumentaría en billones de grados, en un Universo pequeño en el que todas las partículas habrían perdido su organización. No habría moléculas, ni átomos, sólo partículas primitivas, la mayoría de ellas quarks y las partículas («glupnes») que los mantienen unidos.
Ésta es la «sopa cósmica» y puede que alguien se pregunte qué saben los astrónomos sobre ella. La respuesta es: «No mucho».
¿Qué hacen para averiguar algo? Un modo es empezar por el Universo tal y como es en la actualidad (y se sabe bastante sobre ello) y después remontarse en el tiempo tratando de imaginar qué sucedió con cada uno de los aumentos de temperatura. Este proceder está, por supuesto, lleno de incertidumbres.
Otro, es intentar crear un trozo submicroscópico de sopa cósmica, haciendo chocar entre ella partículas pesadas. Al comprimirse pueden crear la sopa cósmica.
Peter Levai y Berndt Miller, de la Universidad Duke, decidieron que si se creaba una sopa cósmica de ese modo emitiría partículas de muchas clases a alta velocidad en dirección perpendicular a las partículas que entraban en colisión. Todas las velocidades deberían de ser iguales, según la teoría.
Levai y Miller empezaron con partículas muy sencillas: protones y antiprotones. Los hicieron chocar a gran velocidad y, ¡sorpresa!, las partículas surgieron exactamente como había predicho la teoría. Aparentemente habían formado una sopa cósmica.
Hay otros físicos que siguen trabajando con átomos pesados y se podría esperar por tanto que obtuvieran una sopa cósmica con más fuerza, de manera que fuese más definida e informativa.
Y suponiendo que todo esto funcionase, ¿qué se obtendría de ello?
Por un lado, ayudaría a elaborar una grandiosa teoría unificada que combina todas las fuerzas de la naturaleza -la electromagnética, la nuclear (fuerte y débil) y la gravitatoria- en un conjunto único de ecuaciones, algo que los físicos han estado buscando durante años. Por otro, puede contestar también a otras preguntas.
Una de las preguntas más engorrosas es cómo se formaron las galaxias. La sopa cósmica es muy uniforme. Entonces, ¿cómo pudo descomponerse en galaxias y estrellas?
Neil Turok sugirió en 1989 que la sopa cósmica, en el primer segundo que siguió a la gran explosión, produjo una especie de espuma, a partir de la cual se formaron las galaxias. Parece que los cálculos de Turok demostraban que las galaxias que se formaban tendrían el tamaño adecuado.
Es extraño, cuando se deja de pensar en ello, suponer cómo algo tan arcano como la sopa cósmica, que sólo existió en los primeros momentos del Universo, pudo tener tales consecuencias. Éste es uno de los aspectos más allá de la mera curiosidad, se pueden descubrir respuestas a preguntas que nunca hubiésemos esperado que fueran contestadas.
Ha habido numerosos ejemplos en la historia de la ciencia. Anton van Leeuwenhoek, uno de los primeros en utilizar el microscopio, fue el primero en detectar bacterias. No sabía lo que eran, y tampoco nadie en su época. No eran más que partículas diminutas que parecían estar vivas. Con el tiempo, Louis Pasteur demostró que estas partículas transmitían enfermedades y que, tratándolas de forma adecuada, se podían evitar dichas enfermedades. El resultado duplicó la esperanza de vida humana.
Nunca se puede decir a dónde nos llevará la retorcida línea de los descubrimientos científicos. Y ¿quién querría saberlo? Estropearía toda la diversión.