Cooperación vital

«Cooperación» es una palabra importante en el mundo viviente. Todas las criaturas pluricelulares existen gracias a la cooperación de las células que las componen. A veces, la cooperación a nivel celular puede parecer asombrosamente altruista. Aunque la creencia general es que los espermatozoides son independientes y competitivos, se ha descubierto que un espermatozoide normal de rata (que trata de ser el primero en fecundar el óvulo) es ayudado en su propósito por otros espermatozoides, por lo general deformados, del mismo grupo. Cuando el espermatozoide normal está en camino de lograr la fecundación, los espermatozoides deformados se agrupan formando un tapón que evita que otros espermatozoides accedan a las vías reproductoras.

Parece que ciertas bacterias cooperan en invadir y atacar a sus presas. Otras bacterias, hace mucho tiempo, penetraron en células vivas no para destruirlas, sino para cooperar en beneficio mutuo. Estas bacterias se convirtieron en mitocondrias, partes esenciales de la célula. No podríamos arreglárnoslas sin nuestras mitocondrias.

Parece que el egoísmo, que en otro tiempo se consideró la fuerza impulsora de la evolución, no es precisamente la norma. Ser altruista y cooperador tiene enormes ventajas, al asegurar que la especie sobreviva, incluso si el individuo no lo hace. Esto es más impresionante en los insectos sociales: termitas, abejas, avispas y hormigas. Algunos miembros de estas sociedades tan complejas no se reproducen nunca, pero trabajan para ayudar a sus semejantes.

La genética crea el altruismo en las abejas, por ejemplo. Una abeja obrera, hembra pero estéril, no puede evitar nacer así y, sin pensar en ello, automáticamente se afana por ayudar a sus hermanas con los mismos genes. En otros animales notables por su cooperación, ésta se crea a partir de la devoción de los padres hacia sus crías, algunas de las cuales permanecen para ayudar a alimentar a sus padres y a sus nuevos hermanos.

La rata topo pelada africana pertenece a la familia Bathyergidae, en el suborden Hystricognathi (que también incluye a las cobayas y los puercoespines). Se parecen a las crías, casi sin pelo, de las ratas comunes, pero son fascinantes, ya que son el equivalente en los mamíferos a los insectos sociales. Tienen una reina que se reproduce y obreras altruistas que la atienden y mantienen la gran colonia subterránea en marcha. Su compleja sociedad fue descrita por primera vez hace sólo unos pocos años por Jennifer U. M. Jarvis y en la actualidad está siendo estudiada a fondo. Parece que a los humanos nos intriga el desinterés y la cooperación que funciona efectivamente.

Los humanos primitivos domesticaron al lobo y lo convirtieron en un perro útil, que consideraba al hombre el jefe de la manada. Esto fue posible porque tanto el hombre como el lobo sabían cómo cazar y vivir apoyándose unos a otros. Como los humanos, los cachorros de lobo no están programados genéticamente para formar parte de un grupo social pero aprenden. Un cachorro criado por humanos los considera su «manada» y obedece al jefe de la manada, todo ello en beneficio humano. Más tarde, los ganaderos de Occidente han estado utilizando este aspecto de la especie canina criando cachorros con ovejas. Los cachorros crecen considerando a las ovejas su familia, a la que defienden.

Los parientes más cercanos al hombre, los chimpancés y los gorilas, también viven apoyándose mutuamente. Los chimpancés que pelean, después se «abrazarán y harán las paces» para mantener la paz. Se ha descubierto hace poco que los chimpancés de la selva cazan en grupos grandes que se apoyan, de forma muy parecida a como se piensa que lo hacían los antepasados del hombre. Estos chimpancés se sienten más inclinados a compartir la comida que otros chimpancés, y es probable que la supervivencia de los homínidos primitivos fuera favorecida por este altruismo.

El trabajo de Jane Goodall con chimpancés muestra que los individuos sobreviven mejor cuando establecen lazos fuertes y de larga duración con otros. Una madre chimpancé vivió hasta la vejez porque un hijo cuidó de ella. Por desgracia, cuando ella murió, su hijo murió aparentemente de pena. Primos hermanos de los hombres, efectivamente.

Los seres humanos son primates sociales por excelencia. No es posible contemplar por la ventana el complejo de Manhattan y admitir que algo así se pueda construir sin cooperación, independientemente de cuál sea el comportamiento de los humanos en las calles que lo atraviesan.

Las pruebas recogidas recientemente por John Rick, arqueólogo de la Universidad de Stanford, indican que los peruanos de la Edad de Piedra vivían en consonancia con la naturaleza más de lo que se pensaba de los pueblos primitivos. Para conservar las poblaciones del ganado destinado a la cría parece que evitaban matar a los animales jóvenes. Mantenían su propia población estable sin recurrir al infanticidio, probablemente mandando a los jóvenes adultos a otros lugares o practicando la abstinencia sexual. Vivían juntos en armonía y cooperación, algo que a menudo se desconoce en nuestros días.

Como naciones-estado que luchan entre sí o que se dividen en facciones disidentes que se enfrentan, es difícil considerar al hombre como un animal cooperador. Pero desde el pasado, los seres humanos son animales sociales que se ayudan mutuamente y forman parte del planeta Tierra, cooperando desde el punto de vista biológico. Cuando no somos cooperadores, los resultados son horribles y aparentes.

Fronteras II
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
IndiceAutor.xhtml
Introduccion.xhtml
Parte1.xhtml
Ensayo1.xhtml
Ensayo2.xhtml
Ensayo3.xhtml
Ensayo4.xhtml
Ensayo5.xhtml
Ensayo6.xhtml
Ensayo7.xhtml
Ensayo8.xhtml
Ensayo9.xhtml
Ensayo10.xhtml
Ensayo11.xhtml
Ensayo12.xhtml
Ensayo13.xhtml
Ensayo14.xhtml
Ensayo15.xhtml
Ensayo16.xhtml
Ensayo17.xhtml
Ensayo18.xhtml
Ensayo19.xhtml
Ensayo20.xhtml
Ensayo21.xhtml
Ensayo22.xhtml
Ensayo23.xhtml
Ensayo24.xhtml
Ensayo25.xhtml
Ensayo26.xhtml
Ensayo27.xhtml
Ensayo28.xhtml
Ensayo29.xhtml
Ensayo30.xhtml
Ensayo31.xhtml
Ensayo32.xhtml
Ensayo33.xhtml
Parte2.xhtml
Ensayo34.xhtml
Ensayo35.xhtml
Ensayo36.xhtml
Ensayo37.xhtml
Ensayo38.xhtml
Ensayo39.xhtml
Ensayo40.xhtml
Ensayo41.xhtml
Ensayo42.xhtml
Ensayo43.xhtml
Ensayo44.xhtml
Ensayo45.xhtml
Ensayo46.xhtml
Ensayo47.xhtml
Ensayo48.xhtml
Ensayo49.xhtml
Ensayo50.xhtml
Ensayo51.xhtml
Ensayo52.xhtml
Ensayo53.xhtml
Ensayo54.xhtml
Ensayo55.xhtml
Ensayo56.xhtml
Ensayo57.xhtml
Ensayo58.xhtml
Ensayo59.xhtml
Ensayo60.xhtml
Ensayo61.xhtml
Ensayo62.xhtml
Ensayo63.xhtml
Ensayo64.xhtml
Parte 3.xhtml
Ensayo65.xhtml
Ensayo66.xhtml
Ensayo67.xhtml
Ensayo68.xhtml
Ensayo69.xhtml
Ensayo70.xhtml
Ensayo71.xhtml
Ensayo72.xhtml
Ensayo73.xhtml
Ensayo74.xhtml
Ensayo75.xhtml
Ensayo76.xhtml
Ensayo77.xhtml
Ensayo78.xhtml
Ensayo79.xhtml
Ensayo80.xhtml
Ensayo81.xhtml
Ensayo82.xhtml
Ensayo83.xhtml
Ensayo84.xhtml
Ensayo85.xhtml
Ensayo86.xhtml
Ensayo87.xhtml
Ensayo88.xhtml
Ensayo89.xhtml
Parte4.xhtml
Ensayo90.xhtml
Ensayo91.xhtml
Ensayo92.xhtml
Ensayo93.xhtml
Ensayo94.xhtml
Ensayo95.xhtml
Ensayo96.xhtml
Ensayo97.xhtml
Ensayo98.xhtml
Ensayo99.xhtml
Ensayo100.xhtml
Ensayo101.xhtml
Ensayo102.xhtml
Ensayo103.xhtml
Ensayo104.xhtml
Ensayo105.xhtml
Ensayo106.xhtml
Ensayo107.xhtml
Ensayo108.xhtml
Ensayo109.xhtml
Ensayo110.xhtml
Ensayo111.xhtml
Ensayo112.xhtml
Ensayo113.xhtml
Ensayo114.xhtml
Ensayo115.xhtml
Ensayo116.xhtml
Ensayo117.xhtml
Ensayo118.xhtml
Ensayo119.xhtml
Ensayo120.xhtml
Ensayo121.xhtml
Ensayo122.xhtml
Ensayo123.xhtml
Ensayo124.xhtml
autor.xhtml