¡Basura!
Parece que la palabra «basura» deriva del latín versura o barrer. El Diccionario de la Real Academia define «basura» como «inmundicia, especialmente la que se recoge barriendo» o «estiércol de las caballerías», y añade además «Desecho, residuos de comida, trapos viejos, trozos de trapos viejos y otros desperdicios». En términos informáticos son «datos incomprensibles producidos por un ordenador o introducidos en él». Y en los últimos tiempos se ha empezado a utilizar para referirse a los restos de cohetes construidos por el hombre que ya no funcionan y permanecen en órbita alrededor de la Tierra.
Independientemente de lo que quiera decir la palabra basura, estamos invadidos por ella. En alguna enciclopedia, la basura aparece como «residuo sólido» y cita una producción de 360 millones de toneladas anuales sólo por parte de Estados Unidos. Se gastan miles de millones en eliminar los 11 kilos de residuos que cada persona desecha todos los días.
Muchos creen que las enormes reservas de armas son asimismo basura inútil esparcida por la Tierra, así que también se suma el problema de su eliminación.
Los métodos de eliminación siempre han sido ineficaces. En el comienzo de la civilización, los basureros eran criaderos de animales transmisores de enfermedades e insectos, sobre todo de ratas y de sus transmisores de plagas, las pulgas. Los primitivos cazadores recolectores se organizaban mejor, no eran muchos y la mayoría de la basura que dejaban detrás de sí era biodegradable y se volvía a reciclar en la ecología del planeta. La palabra clave es biodegradable. Por lo general, la basura producida en las sociedades industriales no es en absoluto biodegradable. Se está considerando el problema, pero si la ingeniería genética obtiene un microorganismo que devore el plástico y el metal en los basureros, ¿se detendrá ahí? ¿Se desmoronarán nuestras ciudades de plástico y metal?
Los vertederos controlados son menos repugnantes y transmiten menos enfermedades que los basureros sin control, pero la superpoblación merma el espacio en el planeta. No se puede verter la basura donde no vive la gente (desiertos, campos de hielo, océano, cumbres de montañas, etc.). En el planeta Tierra toda su vida está imbricada, así que lo que se ensucia aquí, destruye allá, sin tener en cuenta la destrucción de una ecología potencialmente valiosa.
Mientras tanto, los vertederos son cada vez mayores. Uno de los más grandes del mundo es el de Fresh Kills en Staten Island (Nueva York). Es una ironía que kills en inglés signifique «relacionado con la muerte», pero en este caso proviene del holandés y quiere decir «canal». Algún día las barcazas de la ciudad serán desviadas de Staten Island, a menos que queramos contemplar un nuevo Everest tras Verrazano Narrows.
Los vertederos son un problema. No se convierten en suelo útil de la noche a la mañana. Gran cantidad de plásticos y metales pueden permanecer allí indefinidamente e incluso el papel necesita sesenta años para degradarse (a menos que se trate de un libro moderno que parece volverse amarillento y desmenuzable en pocas semanas). Es estúpido quemarlo todo y aumentar la contaminación del aire que ya es bastante peligrosa, pero existen proyectos locales para construir incineradores de basura que cuestan 100 millones de dólares cada uno y que pueden emitir 3000 toneladas de cenizas tóxicas al día.
Si el vertido y el relleno establecen sus límites y la incineración es peligrosa, entonces, ¿qué hacer? Es importante mejorar los métodos de fabricación. Batelle ha desarrollado un material plástico llamado «Bicellat» para hacer biodegradables los soportes de los cirios conmemorativos que los humanos depositan en los cementerios. Los refrigerantes de los frigoríficos destruyen la capa de ozono, así que la empresa Sony Compressor Systems se dispone a fabricar frigoríficos que funcionen mediante ondas acústicas de resonancia para comprimir el gas. Entonces se podrán utilizar refrigerantes inofensivos porque ya no habrá pistones convencionales ni lubricantes que estropear. El funcionamiento de estos frigoríficos será, además, más barato.
Se debería seguir trabajando sobre el reciclado de basuras, pero con precaución; algunas empresas químicas han sido procesadas por haber intentado librarse de metales pesados tóxicos mezclándolos con fertilizantes a la venta.
Exportar basura es difícil, como en el caso de la gabarra de basura que no pudo encontrar un puerto que aceptara su carga. Isaac escribió una vez un cuento corto sobre el desprecio que los extraterrestres profesaban a los terrícolas que tiraban su basura en la Tierra en vez de enviarla fuera del planeta. La cara oculta de la Luna es muy grande…
También existe el problema de la basura que permanece en el espacio. La NASA está considerando blindar las estaciones espaciales que diseñan para protegerlas de los choques contra la chatarra en órbita: son 30 000 pedazos lo bastante pequeños como para actuar como balas capaces de penetrar las paredes de la estación y los trajes espaciales de los astronautas en sus paseos espaciales. Incluso un resto de pintura daña tanto el parabrisas de una nave que hay que reemplazarlo. Durante la locura de la carrera de armamentos se explotaron en el espacio, accidental o deliberadamente, muchos satélites espía y cohetes, y sus fragmentos han quedado en órbita.
La probabilidad de uno a treinta de que una nave choque con chatarra espacial sin duda ha aumentado. Un ingeniero del Johnson Space Center ha patentado una especie de escoba espacial para barrer los escombros en órbita y se está trabajando para que actúe selectivamente, de manera que los objetos útiles sigan en órbita.
Mientras nos preocupamos por la basura que se amontona a nuestro alrededor y sobre nuestras cabezas, recordemos la arqueología, una ciencia que no trata sólo de encontrar bellas pinturas rupestres o piedras interesantes. La mayoría de las veces se trata de revolver la basura antigua y a los arqueólogos les encanta. Buscan en la basura de muchas Troyas para descubrir cuál era la de Hornero. Ahora mismo están investigando las condiciones de vida reales y los esfuerzos creativos de los esclavos negros en los siglos XVII y XVIII.
Algún día, arqueólogos que nos visiten de otros mundos podrían regocijarse ante la variedad de artefactos que se pueden estudiar en el planeta Tierra. ¿Nos habremos condenado a nosotros mismos a la extinción para entonces?