Dinopaseo

«Dinosaurio» en griego quiere decir «lagarto terrible», pero, a pesar de todo, a todo el mundo le gustan. Los dinosaurios adornan camisetas, son juguetes que se venden con rapidez, y museos bien conocidos los representan en exposiciones. Incluso hay una familia de dinosaurios que cuenta con su propio espacio de televisión y, sin embargo, durante 65 millones de años no se ha visto un dinosaurio vivo. Nadie ha visto nunca un dragón de verdad, pero son asimismo populares. Quizá haya una relación entre la idea de los dragones y un vago recuerdo de mamífero primitivo sobre los dinosaurios, profundamente arraigado en nuestro cerebro. Sea lo que fuere, la investigación sobre estos dinosaurios reales, pero extinguidos, continúa.

El Mesozoico fue una era espectacular para la Tierra, que se inicia con el período Triásico hace 190 millones de años. Entonces aparecieron los dinosaurios como los descendientes de los primitivos reptiles «con dientes implantados en alvéolos» o «tecodontos», origen a su vez de los pterosaurios y los cocodrilos. Durante el Jurásico, y después en el Cretácico, los dinosaurios fueron los indiscutibles dueños del mundo. Los mamíferos del Mesozoico eran pequeños insectívoros que trataban de mantenerse a salvo de sus peligrosos pies.

Había dinosaurios de todos los tamaños divididos en dos grandes grupos: los ornitisquios (con cadera de ave) y los saurisquios (con cadera de reptil). Muchos dinosaurios eran mucho más estúpidos que cualquier cocodrilo actual, mientras que otros tenían más cerebro que cualquier reptil en la actualidad y, si hubieran tenido la oportunidad de evolucionar en vez de extinguirse, podrían haber llegado a ser más inteligentes que el hombre.

En ambos grupos había cuadrúpedos (con cuatro patas) y bípedos (con dos patas). Los pies de los grandes herbívoros como los saurópodos eran elefánticos, para sostener su enorme peso: de 10 a 30 toneladas de media y hasta un máximo de 75 toneladas en los más grandes. Sus patas eran enormes y situadas bajo el cuerpo de manera que podían caminar como los elefantes y no tenían que arrastrarse por aguas pantanosas para soportar su peso, como se pensó al principio.

El Museo Americano de Historia Natural de Nueva York abrió una exposición que mostraba a un saurópodo llamado Barosauro erigido sobre sus patas traseras para proteger a su cría de un depredador, el Allosaurus.

La medida de los dinosaurios bípedos comprendía desde criaturas del tamaño de un pollo hasta enormes depredadores como el Tyrannosaurus Rex. Uno de ellos, el Dromiceiomimus, se parecía relativamente a los avestruces y corría más rápido que los caballos. La mayoría de los dinosaurios bípedos tenía pies con tres dedos, muy parecidos a los de las grandes aves, aunque algunos poseían más, y unos pocos los mantenían unidos de forma parecida a los caballos primitivos (pero nunca llegaron a evolucionar hasta las pezuñas). Se pensaba que los hadrosaurios (dinosaurios con pico como los patos) fueran bípedos porque sus patas delanteras eran más cortas que las traseras, pero en la actualidad los científicos creen que podían correr sobre las cuatro patas. Las teorías sobre grupos concretos de dinosaurios están en revisión constante.

La opinión predominante es que los dinosaurios no eran de movimientos lentos y torpes y que muchos podían correr sin problemas. Si lo deseaban podían llegar a los confines de su mundo hasta que el continente único de Pangea empezó a resquebrajarse a finales del Mesozoico. Además, la carrera requiere una buena circulación. Robert T. Bakker indica que nuevos datos sobre los cráneos de ciertos dinosaurios confirman la teoría de que los dinosaurios tenían sangre caliente, como las aves. Se han examinado los cráneos de dinosaurios tipo ave así como del mayor depredador terrestre, el Tyrannosaurus Rex, mediante tomografía computadorizada, y se ha descubierto la presencia de un conducto nervioso como el de las aves. Los cráneos contienen también pasos de aire como los de las aves, para mantener la cabeza ligera, pero también fría, algo necesario si la sangre es caliente.

Emily Griffin, paleóntologa especialista en vertebrados, examinó los canales medulares de vértebras de dinosaurios y llegó a la conclusión de que la mayoría de los dinosaurios era efectivamente capaz de una gran variedad de movimientos, más rápidos de lo que se pensaba. Los estudios de las uniones de músculos en las vértebras de los dinosaurios demuestran que tenían unos músculos excepcionalmente resistentes para viajar por tierra, semejantes a los de los animales grandes y rápidos en la actualidad.

Los dinosaurios bípedos eran los más rápidos. Muchos de ellos tenían colas largas para mantener el equilibrio durante la carrera. Los científicos se basan en los bastones óseos que se prolongan lateralmente a lo largo de los huesos de la cola para mantenerla rígida cuando el animal corría a fondo. Algunos dinosaurios de cuello largo (sobre todo pequeños carnívoros) también extendían el cuello mientras corrían para mantener el equilibrio. Una información incidental interesante sobre las vértebras del cuello de algunos dinosaurios se refiere a los que se consideran rumiantes, por tener las vértebras del cuello en forma de S, exactamente igual que los rumiantes actuales. Además, según sus huesos, los dinosaurios no eran de crecimiento lento como las tortugas y los caimanes, sino que crecían con la misma rapidez con que lo hacen las aves en la actualidad.

De hecho, las aves son consideradas por muchos como dinosaurios con plumas, todavía vivos en nuestra época. El otro día me senté en un banco en Central Park y me di cuenta de que mientras los gorriones y los pinzones avanzan a saltitos, los estorninos y las palomas andan. Cuando los pájaros saltan, su cabeza no se mueve atrás y adelante. Obsérvese a una paloma con cuidado. No puede andar sin «menear la cabeza», lo que hace que me duela el cuello sólo de mirarla. Al parecer, todavía no hay ningún modo de estar seguros de que algún tipo de dinosaurio saltara o de que todos ellos, al andar y correr, movieran también la cabeza como lo hacen las palomas.

Fronteras II
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