Testimonios de visitantes norteamericanos[181]
20 de febrero de 1937
Estimado camarada Isaacs:
Wolfe no está aquí, por eso le escribo en francés. Por favor, traduzca esta carta al inglés y envíela a todos los camaradas interesados. El periódico noruego Tidens Tegin (un periódico amarillo al servicio de todo el mundo y que, según creo, en este momento está a sueldo de la GPU) declara que el hecho de que yo recibiera visitantes norteamericanos en febrero de 1936, demuestra que Piatakov me visitó en diciembre de 1935. ¡Asombrosa lógica! Pero los camaradas norteamericanos que nos visitaron, y en primer término usted y su compañera, deben atestiguar inmediatamente y por escrito cómo eran nuestras condiciones de vida en Weksal, cerca de Honefoss: ¿se podía llegar de Honefoss a nuestra casa sin ser visto por los residentes de la casa? ¿Se podía llegar a nuestros dormitorios sin atravesar la sala y el comedor comunes, es decir sin ser visto por la familia Knudsen? ¿Cómo eran nuestras relaciones con los Knudsen? ¿Nuestros visitantes conocieron a los Knudsen, tomaron café y comieron con nosotros y con los Knudsen en el comedor? ¿Se podía concertar una cita conmigo sin el conocimiento de mi secretario del momento, Jan Frankel o Erwin Wolf? ¿Dónde paraban nuestros visitantes durante su estada (mencione el nombre del hotel y si el mismo estaba en Honefoss o en otra parte)?
Creo que debe formularles las mismas preguntas a Muste y a su esposa y también a los dos camaradas de Minneapolis, obreros ferroviarios —creo que eran padre e hijo— quienes nos visitaron unos días antes del arresto (inclusive nos filmaron)[182].
Todos los testimonios son importantes porque demuestran exactamente lo contrario de lo que quiere demostrar el Daily Worker [órgano del Partido Comunista de Estados Unidos]: que los verdaderos visitantes norteamericanos llegaron por barco o tren, que tenían documentos, que registraron sus nombres en diversos hoteles, que todos, sin excepción, tuvieron contacto con la familia Knudsen, etcétera. Debe enviar una copia de los testimonios al Comité [de Defensa de Trotsky], la otra a mí. No le envío una lista de los norteamericanos que nos visitaron en Noruega porque usted puede obtener ese dato fácilmente.
No comprendo por qué los camaradas no hacen estas cosas por propia iniciativa. La única excepción es Erwin Wolf. Su testimonio desde Londres ha dado la vuelta al mundo. Hace ya cinco meses que los camaradas que vivieron con nosotros en Copenhague deberían haber suministrado una declaración colectiva a la prensa acerca de las condiciones de mi vida en Copenhague. No han hecho nada. Se lo guardan para la posteridad. Me resulta absolutamente imposible comprender esa mentalidad. Lo propio sucede con Royan. Al día siguiente del testimonio de Viadimir Romm o, al menos, de la llegada del Pravda, debieron haber entregado una declaración colectiva a la prensa, firmada por todos los testigos. No hicieron nada. ¡Es un caso de irresponsabilidad criminal! Haga certificar todos los testimonios ante escribano. Pero envíeme la primera copia de las declaraciones inmediatamente, sin certificar