LOS VIAJECITOS
Desde hace un par de semanas, el abuelo lleva los platos, los vasos y los cubiertos de uno en uno hasta el comedor. La abuela y yo decimos que hace viajecitos. Papá y mamá aún no los han visto. Los fines de semana el que pone la mesa es papá, fue idea de la abuela, aunque me lo hizo decir a mí.
—El abuelo entre semana y papá los festivos, ¿qué os parece?
Los dos rieron y aceptaron mi propuesta porque soy un niño.
A la abuela los viajecitos la ponen muy nerviosa, los vive restregándose las manos en el delantal. Yo me encargo de controlar que los platos, los vasos y los cubiertos lleguen a su destino.
A veces un vaso se queda en un estante de la librería, o una cuchara acaba en el respaldo del sofá. Entonces, cuando el abuelo vuelve a desfilar hacia la cocina arrastrando las zapatillas, yo aprovecho para ponerlo todo en su sitio. A veces me pilla recolocando algo en la mesa, pero nunca me dice nada, me mira un momento, vuelve la cabeza hacia la cocina y pone una sonrisa de cristal muy pequeña.
Cuando se acaban los viajecitos, el abuelo está agotado y se duerme en su butaca hasta que llegan mis padres, y la abuela se plancha el delantal con las manos sentada en una silla de la cocina, entre suspiros.