SILENCIO
El abuelo en silencio me asusta.
El abuelo siempre hacía ruido, como los relojes de antes, que nunca dejaban de hacer tictac. Hasta que se estropeaban.
Ahora de golpe se queda callado y, si estoy solo con él, me pongo yo a hablar por los dos.
Pero si están mamá o la abuela el silencio pesa tanto que tengo que respirar más fuerte para no ahogarme. Se callan los tres y a mí me falta el aire. Entonces, cuando me oyen inspirar con tanto ruido, fuerzan una sonrisa y todos intentan seguir con lo que estaban haciendo.
En realidad, ya puedo hacer el ruido que quiera, que el silencio se queda allí un buen rato, al pie de la butaca del abuelo, y me parece que lo veo respirar, él sí muy tranquilo, como si de verdad no echara de menos el tictac.