PUNTITOS DE FELICIDAD
La abuela coge el seis doble y me lo enseña.
—Tu abuelo y yo nos conocimos jugando al dominó. ¿Sabes qué me dijo para conquistarme? —La dulzura empalagosa del aire va recuperándose a medida que a la abuela Caterina vuelven a brillarle los ojos—. Que los puntitos negros de las fichas son puntitos de felicidad y que yo para él era un seis doble.
Me da la ficha, la toco. Los puntitos son pequeños agujeros negros, oes diminutas. Miro a los abuelos, que ahora se cogen de las manos y me sonríen.
—La enfermedad nos ha llevado al cinco doble y de aquí no pensamos movernos, ¿verdad, Caterina?
Se dan un beso y de tan hinchados y esponjosos parecen dos gorriones en lo alto de un árbol.