LUZ Y PERFUME
Antes que los abuelos llegó a la cocina su olor. Yo acababa de contar el cuento de los aviones y mamá estaba despegando con la mirada. La abuela dio una palmada. Resplandecía.
—¡Son las nueve menos cuarto y este niño tiene que ir al colegio!
Mamá apuró el café, dio un beso a los abuelos y a mí me abrazó muy fuerte.
—¡Hasta esta noche!
Y, con un abuelo en cada mano, no pensé ni en hormigas ni en inviernos.
Íbamos los tres dentro de una nube de perfume, el de la abuela Caterina, porque nadie se atreve a decirle que se pone demasiado. Aquel olor dulzón era tan intenso que soltaba luz. Y yo no entendía que la gente no se parase a vernos pasar por la calle, los tres bien cogidos de la mano, llenos de luz y de perfume.