Las cosas más importantes son las más difíciles de decir. Son cosas de las que te avergüenzas, porque las palabras las empequeñecen, hacen que lo que parecía ilimitado en el interior de tu cabeza se reduzca a su tamaño natural apenas sale de ella. Pero es más que eso. Las cosas realmente importantes se encuentran demasiado cerca del lugar en el que está enterrado tu corazón secreto, como señales en la senda hacia un tesoro que a tus enemigos les encantaría arrebatarte. Y puedes hacer revelaciones que te cuesten caro, para conseguir únicamente que la gente te mire de un modo extraño, sin comprender una sola palabra de lo que has dicho, o por qué te parecía tan importante que casi llorabas al decirlo. Eso es lo peor, creo yo. Que el secreto se quede dentro por falta, no de alguien que lo cuente, sino de un oído receptivo.
STEPHEN KING, El cuerpo