Adriano es un policía español. Un buen policía…
Lleva años en el servicio.
Creía que lo había visto todo, pero no…
Lo ocurrido en la noche del 1 de febrero de 1993 no tiene precedente para él.
Diez años después del suceso logré contactar con Adriano.
Las gestiones las hizo el doctor Moli, mi penúltimo amigo. Moli supo del caso y me avisó. Y se quedó corto al narrar la experiencia del policía.
He aquí, en síntesis, las palabras de Adriano:
Esa noche salí del bar Montoro hacia las doce…
El Montoro se encuentra en la plaza de Gracia, en el centro del pueblo de Albuñuelas, en Granada…
Me disponía a regresar a mi casa, en la ciudad de Granada…
Llegué al Patrol y allí estaba…
Lo vi en el asiento del copiloto…
Y pensé: «¿Cómo ha entrado? Juraría que el todoterreno estaba cerrado»…
Era el Sastre, mi compadre…
Entré en el vehículo y se produjo el siguiente diálogo:
—¿Qué hace usted aquí, compare?
—He visto el coche y como va usted pa Graná…, pues me deja en el cruce de Armilla.
José Jiménez Jiménez, el Sastre, vivía en Armilla, muy cerca de Granada…
Y yo le respondí:
—No, hombre… Le dejo en Armilla.
Pasaron algunos minutos en silencio…
Noté frío, mucho frío…
—¿Quiere tabaco? —pregunté. La verdad es que no sabía qué decir…
—No —respondió el Sastre—, yo fumo «Ducados»…
No hubo más conversación…
Y al llegar al stop, al pie de la antigua carretera nacional 323, detuve el Patrol…
Miré a la izquierda, por si venía algún vehículo…
Después a la derecha…
¡Dios, qué susto!…
¡El Sastre no estaba! ¡Había desaparecido!…
No supe explicármelo…
Nadie abrió la puerta. Lo hubiera oído…
Los seguros, además, estaban activados. Todas las puertas aparecían cerradas…
En esos instantes no le di mayor importancia…
Pensé que el hombre había cambiado de opinión…
Quizá se bajó sin que yo me percatara…
Miré y remiré, pero no lo vi…
La carretera seguía desierta…
Al día siguiente me dieron la noticia: el Sastre había fallecido el 30 de enero…
Es decir, hablé con él 48 horas después de su muerte…
A la semana de aquella entrevista, el doctor Moli consiguió el certificado de defunción de José Jiménez Jiménez. El policía hablaba con razón. La muerte de su compadre tuvo lugar a las 22.00 horas del 30 de enero (1993), en la población de Armilla (Granada). Tenía ochenta y tres años de edad. Consta que fue sepultado en Armilla.
Y traté de atar cabos.
—¿Dónde se encontraba el Patrol?
—Muy cerca del bar —respondió el policía.
—¿Lo dejaste cerrado?
—Sinceramente, no lo recuerdo… Es posible que estuviera abierto.
—Cuando viste al Sastre, ¿llevaba puesto el cinturón de seguridad?
—No, y tampoco se lo puso después.
—Has hablado de frío…
—Sí, fue al entrar en el todoterreno. Sentí frío, mucho frío.
—¿Era el mismo frío de la calle?
—No. El del interior del Patrol era distinto; más intenso.
—¿Cuánto pudo durar ese frío?
—Hasta que el Sastre desaparece.
—¿Recuerdas la ropa de tu compadre?
—No, sólo la «mascota» negra. La llevaba siempre con él.
—¿Bastón?
—Lo utilizaba en vida, pero en esta ocasión no lo llevaba.
—¿Cuánto tiempo permaneció en el interior del Patrol?
—El trayecto, desde el pueblo hasta el stop, es de unos quince kilómetros. Calculo que necesité veinte minutos, más o menos.
—¿Qué clase de relación tenía contigo?
—Muy buena. Yo le quería mucho, y él a mí.
—¿Observaste alguna anomalía en el vehículo?
—Ninguna. Todo funcionó perfectamente.
—¿Llegó a fumar?
—No, rechazó mi tabaco.
—¿Dirías que era su voz?
—Sí. En realidad, salvo el extraño frío, todo fue normal. Yo, en esos momentos, no sabía que había muerto. Me pareció raro que estuviera allí, a esas horas, pero tampoco pregunté. Él nació en Albuñuelas y había vivido en el barrio alto, a cosa de un kilómetro del bar Montoro.
—¿Cuánto tiempo podía llevar en el interior del Patrol?
—Ni idea.
—¿Se sujetaba al tomar las curvas?
—Sí…
Horas después de la conversación con Adriano, Moli y yo hicimos el recorrido que hiciera el policía con su todoterreno, desde el bar Montoro al referido stop. La carretera es endiablada, con decenas de curvas. A una velocidad prudencial necesitamos 18 minutos para salvar los 14 kilómetros y 400 metros. En otras palabras: el muerto permaneció en el interior del vehículo por espacio de 18 minutos, como mínimo. Probablemente más.
La distancia entre Armilla y la Albuñuela, en línea recta, es de 50 kilómetros.