Aquella mañana, Jorge salió de la casa de su madre, en la ciudad de Cienfuegos, en la provincia de Las Villas, en Cuba. Se proponía hacer diversas diligencias.
El día anterior había llegado de Santiago, la población en la que residía habitualmente. Julia, la madre, se encontraba gravemente enferma.
Corría el año 1950.
Al terminar las diligencias, Jorge se encaminó hacia la casa de Julia, en la que paraba. Serían las dos de la tarde, aproximadamente.
Cruzó el parque y, de pronto, vio a un amigo de la infancia. Jorge era nacido en Cienfuegos.
Era Radison, algo mayor que Jorge.
Se hallaba sentado en un banco.
Se saludaron y se abrazaron.
Hacía mucho que no se veían. Quizá diez o quince años…
En esos momentos, Jorge contaba con cuarenta años de edad.
Radison trabajaba como limpiabotas.
Hablaron unos minutos, recordando los viejos tiempos, y Jorge se percató de las dificultades de su amigo para hablar. Radison aclaró que tenía problemas en la garganta. Jorge, alarmado, sugirió que fuera a ver a su hermano César, otorrino. E insistió. Radison prometió que lo haría; acudiría a la consulta de César.
Se despidieron y Jorge prosiguió hacia las calles Santa Cruz y Tacón, donde se levantaba la casa familiar.
Al entrar encontró a tres tíos, hermanos de su madre. Jugaban a las cartas en una saleta. Eran Paco, Pepe y Mario Cuesta, de cincuenta y siete, cincuenta y cinco y cincuenta y dos años, respectivamente.
—Adivinen a quién acabo de encontrar en el parque —comentó Jorge—. Me dio pena —añadió.
—¿A quién? —preguntaron los Cuesta.
—A Radison, el limpiabotas… Casi no podía hablar.
Los tíos maternos no replicaron. Pensaron que Jorge les gastaba una broma.
—Le he recomendado que visite a César…
Finalmente, los hermanos se echaron a reír. Todos conocían a Radison, desde la niñez.
¿A qué venían esas risas?, Jorge no entendía.
Los Cuesta aclararon:
—Eso no es posible… Tú no has podido hablar con el limpiabotas… Radison murió hace un año… y de cáncer de garganta.
La noticia impresionó tanto a Jorge que no volvió a hablar del asunto en mucho tiempo. Finalmente se lo contó a su esposa y también a Nelly, su hija. Ésta, a su vez, me lo contó a mí.
—Mi padre —matizó Nelly— estaba cuerdo. No fue un invento. Él llevaba ausente de Cienfuegos muchos años. No sabía que su amigo había fallecido…
Según Nelly, Jorge conversó con Radison durante cinco minutos. El aspecto del limpiabotas era normal. Vestía pantalón y camisa; todo muy limpio…
—Mi padre lo abrazó —insistió la hija—. Y me contó que fue un abrazo fuerte y largo. Hacía mucho que no se veían. Se apreciaban. Habían jugado muchas veces… Era un cuerpo físico, por supuesto.
La madre de Jorge murió ese mismo año (1950).
Pues bien, según Nelly, en el momento de la muerte, Jorge vio un hilo de humo que se escapaba del pecho. Era un hilo plateado.
Jorge fue apresado por los comunistas de Castro y encarcelado durante ocho años. En dos ocasiones, la madre se presentó a los pies del jergón en el que dormía su hijo. Hacía once años que había muerto.
—Le miraba con pena —manifestó Nelly, quien, a su vez, recibió la información de su padre—. No le dijo nada, pero la mirada era triste. Mi padre decía que Julia presentaba un aspecto joven.
Jorge murió en 1997, a los ochenta y siete años de edad.