A la vista de lo expuesto sobre el carácter mágico de los sueños, entiendo que debo ser valiente y publicar también los míos; lo que me tocó vivir en la noche del 23 de mayo de 1995 y en la madrugada del 4 de enero de 1996.
Fue tan impactante que lo escribí nada más despertar.
He aquí el contenido del primer sueño (?), tal y como lo recuerdo:
Veía al Rey Juan Carlos en un lugar que podría ser una iglesia (?)…
Y en mitad del sueño, alguien dispara un rifle contra él…
Dispara desde detrás de una cortina…
Veo después al Rey tumbado en el suelo (hay bancos como los de las iglesias)…
Tiene los ojos abiertos…
Alguien dice (?) que no está muerto, que se le ha disparado por seguridad (?), para sacarlo del recinto…
Lo curioso es que veo al que dispara (lo veo por detrás) y es alguien de su propia escolta…
… (Nombre censurado) parece estar al corriente de lo que ocurre…
Sacan al Rey del templo o de la iglesia, aunque ya no lo veo (o no recuerdo haberlo visto).
Es increíble que recuerde un sueño y que lo haga tan nítidamente…
¿Por qué?…
No veo sangre en el Rey: sólo los ojos abiertos…
El segundo sueño se produjo 225 días después.
Esto fue lo que escribí, nada más despertar:
Día 4-1-96. De madrugada: extraño sueño…
Se aparece un Sabino Fernández Campo muerto…[35]
Hablo con él pero no recuerdo lo que hablamos…
Fin de la ensoñación…
Sinceramente, no encuentro una explicación coherente, aunque sé que el Maestro hablaba de «la perla que se oculta en los sueños».
Hice cálculos, por supuesto, pero los resultados son endebles, o a mí me lo parece…
Sabino falleció el 26 de octubre de 2009; es decir, trece años después del sueño. No le encuentro sentido, aunque también es cierto que no logro recordar lo que me dijo o lo que hablamos.
Lo que sí me parece extraño es que los papeles en los que escribí los respectivos sueños hayan aparecido cuando estoy inmerso en la redacción de Estoy bien. Eso sucedió en la tarde del 26 de febrero de 2013. Los papeles en cuestión se hallaban en el fondo de mis archivos (más hundidos en el olvido que el Titanic). Y, ¡oh, casualidad!: surgen en el momento justo…
Eché mano de la Kábala y esto fue lo que hallé: la fecha del primer sueño (23 de mayo de 1995), sumando los dígitos, equivale a 23 más 5 más 1 más 9 más 9 más 5 = «7». En Kábala, el «7» tiene el mismo valor numérico que «morir» o «perecer» (!).
Por su parte, «225» equivale a «señal» o «indicio».
«225», reducido a un solo número (2 más 2 más 5), proporciona «9», que en Kábala equivale a «adivino».
Dicho queda…