Mi habitación
Pauline y yo fuimos a mi habitación. Nos quitamos la ropa y nos metimos en la cama. Ella se quitó la ropa primero y yo la observé.
—¿Vas a apagar el farol? —preguntó inclinándose hacia delante mientras yo me metía en la cama el último.
Tenía los pechos descubiertos. Los pezones estaban duros. Eran del mismo color que sus labios. Se veían hermosos a la luz del farol. Tenía los ojos rojos de llorar. Parecía muy cansada.
—No —dije.
Colocó la cabeza sobre la almohada y dibujó apenas una sonrisa. Su sonrisa era del color de sus pezones.
—No —dije.