Mi nombre
Supongo que sentís cierta curiosidad por saber quién soy, pero soy uno de esos que no tienen un nombre normal. Mi nombre depende de vosotros. Llamadme como se os ocurra.
Si pensáis en algo que pasó hace mucho tiempo: alguien os hizo una pregunta y no supisteis la respuesta.
Ése es mi nombre.
Quizá llovía a cántaros.
Ése es mi nombre.
O alguien quiso que hicierais algo. Lo hicisteis. Entonces os dijeron que lo que habíais hecho estaba mal —«Lamento el error»— y que teníais que hacer otra cosa.
Ése es mi nombre.
Quizá se trata de un juego al que jugabais de niños o de algo que se os coló en la cabeza cuando erais viejos y estabais sentados en una butaca cerca de la ventana.
Ése es mi nombre.
O fuisteis andando a alguna parte. Estaba todo cubierto de flores.
Ése es mi nombre.
A lo mejor os quedasteis mirando un río. A vuestro lado había alguien a quien amabais. Estaba a punto de tocaros. Podíais notarlo antes de que ocurriera. Y entonces ocurría.
Ése es mi nombre.
U oísteis a alguien que os llamaba desde muy lejos. Su voz era casi un eco.
Ése es mi nombre.
A lo mejor estabais echados en la cama, casi a punto de dormiros, y os reísteis por algo, un chiste a costa vuestra, una buena manera de acabar el día.
Ése es mi nombre.
O estabais comiendo algo bueno y por un segundo se os olvidó que comíais, pero seguisteis comiendo, sabiendo que era bueno.
Ése es mi nombre.
A lo mejor era medianoche y el fuego sonaba como una campana dentro de la estufa.
Ése es mi nombre.
U os sentisteis mal cuando ella os dijo aquello. Podría habérselo dicho a otro: a alguien que estuviera más familiarizado con sus problemas.
Ése es mi nombre.
A lo mejor las truchas nadaban en el remanso pero el río sólo tenía veinte centímetros de anchura, la luna brillaba sobre yoMUERTE y los sandiares resplandecían de una manera desproporcionada, la oscuridad y la luna parecían surgir de cada planta.
Ése es mi nombre.
Y ojalá que Margaret me dejara en paz.