La habitación de Margaret

Después de la cena todo el mundo se dirigió a la sala y se decidió celebrar el funeral a la mañana siguiente, aun cuando estuviera oscuro y silencioso y todo tuviera que hacerse en silencio.

—Si te parece bien —le dijo Charley al hermano de Margaret—, la enterraremos en esa tumba en la que hemos estado trabajando. La han acabado esta tarde.

—Eso sería perfecto —dijo el hermano de Margaret.

—Estará oscuro y no se oirá nada, pero creo que podemos encargarnos de todo.

—Sí —dijo el hermano.

—Fred, ¿te importaría ir a comunicarle a la gente del pueblo lo del funeral? A lo mejor alguno quiere venir. Avisa también a los Sepultureros. A ver si puedes encontrar algunas flores.

—Naturalmente, Charley. Yo me encargaré de todo.

—Cuando muere alguien que ha vivido aquí, tenemos la costumbre de tapiar su habitación —dijo Charley.

—¿Y eso qué significa? —dijo el hermano de Margaret.

—Que ponemos ladrillos en la puerta y clausuramos la habitación para siempre.

—Me parece bien.