La cena de aquella noche

Aquella noche, durante la cena, en yoMUERTE reinó un ambiente de inquietud. Todo el mundo jugueteaba con la comida. Al había preparado un estofado de zanahorias. Estaban buenas, mezcladas con miel y especias, pero nadie les prestó mucha atención.

Todo el mundo estaba preocupado por enHERVOR. Pauline no tocó su plato. Ni tampoco Charley. Lo más extraño, sin embargo: Margaret comió como un caballo.

Después de un silencio bastante largo, Charley dijo por fin:

—No sé qué va a ocurrir. Parece serio. Durante mucho tiempo he temido que algo así fuera a suceder, desde que enHERVOR se interesó por la Olvidería y se puso a destilar whisky, y muchos hombres se fueron allí a llevar esa clase de vida.

»Sabía que algo iba a suceder. Se viene gestando desde hace mucho tiempo, y ahora parece que ha llegado la hora. O llegará pronto. Quizá mañana. ¿Quién sabe?

—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Pauline—. ¿Qué podemos hacer?

—Tan sólo esperar —dijo Charley—. Eso es todo. No podemos amenazarlos ni defendernos hasta que no hayan hecho algo, y quién sabe qué van a hacer. No nos lo dirán.

»Ayer por la mañana bajé allí y le pregunté a enHERVOR qué estaba tramando, y me dijo que pronto lo veríamos. Que nos enseñarían qué era realmente yoMUERTE, no esa cosa falsa que tenemos. ¿Qué sabes de todo esto, Margaret? Últimamente pasas mucho tiempo ahí abajo.

Todos se la quedaron mirando.

—Yo no sé nada. Sólo voy allí a buscar cosas olvidadas. No me cuentan nada. Siempre son muy amables conmigo.

Todos se esforzaron por no apartar la mirada de Margaret, pero no pudieron contenerse y la apartaron.

—Pase lo que pase, lo afrontaremos —dijo Fred, rompiendo el silencio—. Hagan lo que hagan esos gandules borrachos, les plantaremos cara.

—Puedes estar seguro —dijo el viejo Chuck, aunque era muy viejo.

—Tienes razón —contestó Pauline—. Podemos enfrentarnos a ellos. Nosotros vivimos en yoMUERTE.

Margaret siguió comiendo sus zanahorias como si nada hubiera ocurrido.