La campana

Al cabo de un rato fui a yoMUERTE y trabajé en la campana. No me estaba saliendo nada, y al final simplemente me quedé sentado allí en una silla, contemplándola.

El cincel me colgaba inerte en la mano, luego lo dejé en la mesa y, distraído, lo tapé con un trapo.

Fred entró y me vio sentado allí contemplando la campana. Se fue sin decir nada. Ni siquiera parecía una campana.

Al final vino Margaret y me rescató. Llevaba un vestido azul, una cinta en el pelo y una cesta para poner las cosas que había encontrado en la Olvidería.

—¿Cómo va? —preguntó.

—Está acabada —dije.

—Pues no parece acabada —dijo ella.

—Está acabada —dije.