Collar
El cadáver de Margaret colgaba del manzano que había delante de su choza y se agitaba al viento. Tenía el cuello en un extraño ángulo y la cara del color de lo que hemos aprendido a identificar como muerte.
Fred se subió al árbol y cortó el pañuelo con su navaja mientras el hermano de Margaret y yo bajábamos el cadáver lentamente. Entonces cogió el cadáver, lo metió en la choza y lo colocó sobre la cama.
Los tres estábamos de pie alrededor del cadáver.
—Llevémoslo a yoMUERTE —dijo Fred—. Ahí es donde debe estar.
El hermano de Margaret pareció aliviado por primera vez desde que le comunicamos que su hermana había muerto.
Se dirigió a un gran arcón que había junto a la ventana y sacó un collar que tenía en torno a una pequeña trucha metálica. Levantó la cabeza de su hermana y cerró el broche del collar. Le apartó el cabello de los ojos.
A continuación envolvió el cadáver con una colcha en la que se veía yoMUERTE tejida a ganchillo en una de sus muchas y perdurables formas. Asomaba uno de los pies de Margaret. Los dedos parecían fríos y descansaban apaciblemente.