Trabajo
Desperté descansado y me quedé mirando mi techo de sandía, lo bonito que era, antes de salir de la cama. Me pregunté qué hora era. Tenía que encontrarme con Fred para almorzar en el café del pueblo.
Me puse en pie, salí y volví a estirarme en el porche delantero de mi choza, sintiendo las piedras frías bajo mis pies descalzos, sintiendo su lejanía. Contemplé el sol gris.
El río aún no tenía ese brillo de la hora de comer, de manera que me dirigí al río, cogí un poco de agua y me la eché en la cara para terminar el trabajo de despertarme.