50

La casa de Tony Hansen estaba igual de destartalada que la última vez que fueron a hacerle una visita. En esta ocasión era media mañana y Lisa y Jacob se sentaron juntos en los sucios muebles negros; más juntos imposible.

—¿Qué es eso que querías contarnos?

Esperaron a que terminara de liar con desmaña un cigarrillo con el tabaco mal repartido. Había tanto papel en el extremo que al encenderlo se extendió un olor acre por la habitación.

Nervios.

—Sabemos que nos mentiste —soltó Lisa sin más—. Nos has hecho perder el tiempo.

Estaba, por decirlo suavemente, hasta las narices de oír mentiras que no guardaban relación alguna con el caso, como las de Søren Mikkelsen, que pretendía ocultar que había salido a vender drogas la noche que mataron a Anna Kiehl.

—Yo no le hice nada.

—No, eso ya lo sabemos, pero dijiste algo que no es cierto. La dependienta de la gasolinera se acordaba de ti y su cámara de seguridad también, lo que quiere decir que hiciste la compra no muy lejos del sitio donde visteis el partido. ¿En qué empleaste los otros veinte minutos?

Silencio de nuevo.

—La seguí —admitió al fin, dejando escapar una larga bocanada de humo.

—Lo que me figuraba —asintió Lisa—. Pero ¿la seguiste hasta el bosque?

—Pasó con su ropa de deporte justo cuando llegue al aparcamiento. No quería hacerle nada, sólo mirarla un poco. Reconozco que en ese momento había bebido y supongo que estaba algo… Mi hermano no ha parado de insistir en que tenía que contarlo, por eso he llamado.

Tenía los ojos acuosos.

—Estaba muy buena.

—¿Hasta dónde la seguiste?

—Se metió por detrás de las casas y bajó hacia la valla que rodea el campo.

—¿Iba corriendo? —preguntó Jacob.

—No, andando. La seguí.

—¿Te vio?

—No, no se dio la vuelta, iba muy decidida, con mucho aplomo.

Se permitió una pausa, embelesado en sus recuerdos.

—Me gusta ese tipo de mujeres.

—Claro, claro, ¿y luego?

—Al final llegamos al bosque. Estaba empezando a oscurecer, pero aún se veía. Giró por un sendero.

—¿Y entonces echó a correr? —preguntó Jacob.

—No, siguió andando. La estaban esperando al lado de unos puentecillos que hay algo más allá.

—¿Esperando? ¿Qué quieres decir? ¿Se reunió con alguien?

—No sé, a mí es lo que me pareció. La persona que la esperaba le dio la mano y la saludó. Al verle di media vuelta, pasaría un cuarto de hora desde que empecé a seguirla hasta que volví. Luego fui a buscar la nata.

Levantó la mirada y clavó sus ojos en los de Lisa.

—Sólo quería mirarla, no pensaba hacerle nada; hablar con ella, a lo mejor.

—Seguro —dijo Jacob con la voz llena de dudas—. ¿Serías capaz de reconocer al hombre que la esperaba?

—No era un hombre.

Jacob se echó hacia delante en la silla con el ceño fruncido.

—¿Estás completamente seguro de eso? ¿No podía ser un hombre bajito?

—No, era una mujer, estoy completamente seguro. Muy flaca y con una coleta que le llegaba hasta aquí.

Se llevó una mano hasta el borde del hombro.

—¿De qué color tenía el pelo?

—No lo vi bien, parecía claro.

—¿Rojo no?

—No, eso seguro que no. ¿Me van a detener por conducir borracho?

Lisa sacudió la cabeza de un lado a otro sumida en sus propios pensamientos. Acababa de acordarse del grupo de entrenamiento; tres de sus integrantes eran mujeres, una estaba muerta y la otra quedaba excluida por pelirroja.

—A la socióloga la interrogó Trokic —dijo Lisa—. La última chica del grupo de entrenamiento.

Jacob sacó el móvil y marcó el número. Dejó que sonara ocho veces.

—Otra vez ese estúpido contestador —protestó.

—Los dos hemos leído el informe —le recordó su compañera una vez en el coche—, podría ser la mujer que dice Tony. No ha mencionado nada de todo esto. ¿Por qué demonios? Sólo eso ya da qué pensar. Quizá esté involucrada en lo de Palle, habrá que comprobarlo de una manera más o menos discreta. ¿Vamos a preguntarle?

Jacob se abrochó el cinturón de seguridad y dio marcha atrás.

—No, vamos a esperar a ver qué nos cuenta Trokic. La verdad es que me preocupa un poco no poder localizarle después de ese golpe en la cabeza.

—A lo mejor sólo quiere estar tranquilo un rato. Mientras tanto podemos ir haciendo algunas averiguaciones sobre el pasado de la socióloga.