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Lisa estaba al fin de vuelta frente al ordenador de Anna Kiehl una vez satisfecha el hambre de informes de Agersund y contestadas todas las llamadas telefónicas. «Ya era hora», pensó. Encendió de nuevo el aparato e inició el programa de recuperación de datos. El nombre de Christoffer Holm no aparecía en ninguno de los mensajes que había encontrado hasta el momento, pero, habiendo sido novios, tenía que haber algo. Tecleó el nombre y esperó. Cuatro coincidencias. Abrió la primera.

From: «Christoffer» <christoffer-k-holm@get2net.dk>

Subject:

Date: Fri, 18 Jun 14:22:46

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Román ><span =

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font-family:Times Roman >S=ED, tienes raz=F3n Pero

qu=E9… le voy a hacer. No hay tiempo para

eso.<o:p></o:p></span> </fon></p>

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Román Xspan =

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font-family:Times Román’>Te llamo ma=Plana,

vale?

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***********End of Cluster***********

Podía ser cualquier cosa, a primera vista nada interesante. Abrió la siguiente. Esta vez sólo aparecía la dirección en medio de un montón de códigos y no tenía la menor idea de su origen. Decepcionada, abrió la tercera. Nuevo mensaje. Sin fecha, aunque éste tenía un poco más de miga. Todo lo que pudo sacar en claro fue: «No le des más vueltas, yo me ocupo de eso. Me arrepiento enormemente de haberlo siquiera pensado, pero ahora tengo que salir de este lío yo solo. Si la cosa sigue, tendré que cambiar de número de teléfono. Vamos a olvidarnos del tema. Nos vemos luego. Un beso. Christoffer».

Observó aquellas palabras y trató de imaginar qué podía haberle llevado a considerar la posibilidad de cambiar de número. No era algo que se hiciera sin más ni más. ¿Le estarían acosando?

Abrió la siguiente coincidencia, también sin fecha. «Claro, no hay problema. Se lo llevo a Elise. No es que no quiera dejarlo en tu casa, es que me parece una tontería, nada más. Luego paso a buscarte. ¿Te he contado que ya están hechos los trípticos del libro? Han quedado genial. Estoy deseando llevármelos a la conferencia».

De nuevo asuntos privados que sólo conocían ellos. Necesitaba más, a simple vista aquello no tenía ningún sentido. Molesta, chasqueó la lengua, empezó a imprimir lo que había encontrado y se estrujó el cerebro para hallar nuevos modos de sacar algo más de aquel ordenador. Sabía que tenía que haber más fragmentos diseminados por ahí que no era capaz de localizar porque las líneas de «De» y «Para» estaban sobrescritas. Quizá, si se le ocurriese alguna clave, pudiera dar con ellas.

Jasper entró y se dejó caer en la silla de al lado.

—Estaba pensando… —comenzó—. ¿Es muy complicado hacer lo que haces?

—¿A qué te refieres?

—Verás, el caso es que hace algunas semanas le vendí mi viejo portátil a un estudiante.

—Muy poca gente sabe que se pueden hacer estas cosas. Pero eso sí, una vez que lo sabes no suponen demasiado problema.

—Era un estudiante de informática.

A Lisa se le escapó una risita.

—Pues entonces espero que no tuvieras nada demasiado jugoso que no quieras que vea nadie. Y que el tipo al que se lo has vendido no sea muy curioso —se burló.

El joven agente se sonrojó.

—Pero formateé el disco duro. Así no se puede encontrar nada, ¿no?

—Depende de lo curioso que sea. No basta con formatear. Así lo único que haces es decirle al sistema que ya no vas a usar esas áreas de datos y que puede volver a escribir en ellas, no es un borrado definitivo.

—Mierda. Entonces, ¿qué debería haber hecho?

—Pues, a no ser que te vaya más recurrir a un imán o un buen martillo, deberías haber usado uno de esos programas buenos que eliminan datos.

—Demasiado.

—Sí. No te preocupes, seguro que ni lo mira —le consoló—. Por suerte, a la gente no suele darle por ponerse a revolver con esas cosas. Además, hay que saber qué se está buscando. Como en este caso. No se te ocurrirá algo que pueda buscar, ¿verdad?

—Intenta con Montreal. O con La zona química. O con Procticon.

Tecleó en la ventana de búsqueda y pulsó.

Niente. Jo.

—Es que no todos estamos igual de obsesionados con los mensajes.

—Supongo que no.

—¿Nos piramos a tomar una cerveza?

Lisa apagó el ordenador con un suspiro.

—Pues sí, what the heck. Igual con un poco de alcohol se me engrasa el cerebro.