1957
Querido amigo:
Después de una colaboración tan larga, quiero sin falta escribirte esta carta. Aunque nuestros caminos se hayan separado, confío en la continuidad de nuestra camaradería, y espero también que recibas este escrito confidencial; por desgracia, en esta patria nuestra dividida hay que comportarse con precaución.
En cuanto al motivo de este amistoso mensaje: después de dar por terminada, tanto en vuestro lado como en el nuestro, la fase de reconstrucción del Bundeswehr y del Nationale Volksarmee, el 1.º de mayo de este año me concedieron la medalla al mérito de bronce del NVA. Durante el solemne reconocimiento de mi labor tuve conciencia de que ese honor te corresponde en parte no pequeña: los dos juntos hemos hecho mucho por desarrollar el casco de acero alemán.
Por desgracia, en la ceremonia (por razones sin duda comprensibles) se olvidó mencionar la historia anterior del modelo M 56; los dos, durante la última guerra mundial, fuimos encargados de producir el casco de acero en la fábrica siderúrgica y metalúrgica A.G. Thale, desarrollando, como ingenieros competentes, los cascos B y B II diseñados por el Prof. Fry y el Dr. Hänsel y sometidos luego a pruebas de tiro. Como recordarás, el mando superior del Ejército nos prohibió desechar el casco M-35, aunque sus deficiencias —paredes laterales oblicuas y ángulos de incidencia de hasta 90 grados— habían quedado demostradas por pérdidas de personal considerables. Los nuevos cascos, probados ya en el cuarenta y tres en la academia de infantería de Döberitz, demostraron, con ángulos de incidencia planos, una mayor resistencia al impacto, y probaron plenamente su eficacia en la utilización del lanzagranadas antitanque de 2 centímetros y del de 8 centímetros —llamado «tubo abierto»—, así como en la de telescopios de tijera y de los radiotransmisores «Dora». También revelaron otras ventajas, confirmadas por diversos dictámenes: menor peso del casco, mayor libertad de movimientos de la cabeza en la utilización de toda clase de armas e instrumentos, y una mayor capacidad de escucha, al quedar suprimidos todos los ruidos parásitos.
Por desgracia, como sabes, hasta el final se siguió usando el casco M-35. Sólo ahora, al ser reconstruido el Nationale Volksarmee, pude seguir desarrollando en la VEB Eisenhüttenwerk Thale los modelos B y B II, nuevamente probados, y hacer que se produjeran en serie como casco NVA M 56. De momento calculamos producir unas cien mil unidades. El acondicionamiento interno se encargó a la VEB Taucha de géneros de cuero y talabartería. Nuestro casco está francamente bien, y rechazo por inmotivado el sarcasmo, que a veces se ha expresado, de que se parece a otros modelos checos.
¡De eso nada, querido amigo! Como puedes comprobar, en nuestra República (aunque no se diga), se han utilizado los modelos prusianos tanto en la forma de los cascos como en el corte de los uniformes, y hasta se han adoptado las acreditadas botas de soldado y las botas altas de oficial, mientras que, entre vosotros, la fatídica Oficina Blank quiere despedirse, al parecer, de toda tradición. Por eso, de la forma más sumisa, se ha aceptado el modelo de casco americano. El gris de campaña de los uniformes se ha aguado, convirtiéndose en gris pizarra de Bonn. Espero que no te moleste que haga constar una cosa: ese Bundeswehr se esfuerza sin duda por presentarse hacia fuera como despreocupado y cívico, pero, a pesar de su disfraz, que resulta ridículo, no puede ocultar su voluntad de agresión. Sin embargo, como hemos decidido hacer también nosotros, para dirigir a sus tropas tiene que recurrir a beneméritos generales de la Wehrmacht.
Con todo, quiero referirme otra vez al honor que me ha sido (y, en principio, te ha sido) concedido, porque cuando, en el marco de las celebraciones del 1º de mayo, me dieron la medalla de bronce, me acordé del profesor Schwerd, de la Escuela Superior Técnica de Hanóver. Al fin y al cabo fue él quien, en el año quince, creó aquel casco de acero utilizado primero ante Verdún y luego en todos los frentes, eliminando así el lamentable casco puntiagudo. Nosotros nos consideramos sus discípulos. De todas formas, me sentí lleno de gratitud cuando me (y, en el fondo, te) hicieron tan gran honor. Y, sin embargo, mi alegría no fue perfecta: por desgracia hay ahora dos ejércitos alemanes frente a frente. Nuestra patria está desgarrada. El dominio extranjero lo ha querido así. Sólo cabe esperar que, en día no muy lejano, vuelva a ser cierta la unidad alemana. Entonces, como en nuestros días jóvenes, podremos peregrinar por el Harz sin tropezar con fronteras. Y, unidos, nuestros soldados podrán llevar el casco que, en el curso de dos guerras mundiales se ha desarrollado hasta adquirir una forma que permite la máxima desviación de los disparos pero, al mismo tiempo, se ajusta a la tradición alemana. ¡A eso, mi querido amigo y camarada, hemos contribuido nosotros!
Un abrazo,
Erich