1904
—En Herne, la cosa empezó poco antes de Navidá…
—Esas son las minas de Hugo Stinnes…
—Pero lo del «vagón nulo» existe también en otros laos, en la mina de Harpen, cuando los vagones no están llenos o hay un poco de carbón sucio en medio…
—Hasta hay que pagar una multa…
—Claro, señor Consejero de Minas. Pero una razón para la huelga de los mineros, por lo demás tan pacíficos, puede ser muy bien esa helmintiasis que se extiende por toda la cuenca y a la que no dan importancia las administraciones de las minas, el que una quinta parte de los mineros…
—Si me lo preguntas, hasta los caballos de las minas tienen esos bichos…
—¡Qué va! Fueron los poloneses los que trajeron esas cosas…
—Pero en huelga están todos, también los mineros polacos que, como usted sabe, señor Consejero de Minas, suelen ser fáciles de calmar…
—¡Con aguardiente!
—¡Qué sandez! Aquí se emborrachan todos…
—En cualquier caso, la dirección de la huelga alega el Protocolo de Paz de Berlín del ochenta y nueve, es decir, la jornada normal de ocho horas…
—¡Eso no existe en ningún lado! ¡Por todas partes se prolongan las horas de extracción…!
—En Herne estamos unas diez horas bajo tierra…
—Pero, si me lo pregunta, son esos «vagones nulos» que en los últimos tiempos son cada vez más…
—Ahora hay ya más de sesenta pozos en huelga…
—Además, otra vez hay listas negras…
—Y en Wesel el Regimiento de Infantería número 57 está en situación de alerta y en descansen armas…
—¡Qué tontería, muchachos! Hasta ahora en toda la Cuenca no han intervenido más que los gendarmes…
—Sin embargo, en Herne tienen funcionarios de minas, como usted, haciendo de policía de minas con brazaletes y porras…
—Los llaman pinkertons, porque fue al Pinkerton americano a quien se le ocurrió primero ese truco asqueroso…
—Y como ahora hay huelga general en todas partes, las minas de Hugo Stinne están paralizadas…
—En cambio en Rusia hay algo así como una revolución…
—Y en Berlín, el camarada Liebknecht…
—Pero allí los militares se movilizaron enseguida y se liaron a tiros…
—Lo mismo que en el Sudoeste africano, allí nuestros hombres liquidan rápidamente a los hotentotes…
—En cualquier caso, en toda la Cuenca hay ahora más de doscientas minas en huelga…
—Se calcula que el ochenta y cinco por ciento…
—Sin embargo, todo va hasta ahora de una forma bastante tranquila, señor Consejero de Minas, porque incluso la dirección de los sindicatos…
—No como en Rusia, en donde hay cada vez más Revolución…
—Y por eso, compañeros, en Herne actuaron por primera vez contra los esquiroles…
—Sin embargo, como Stinnes rechaza siempre cualquier acuerdo hay que temer que…
—Ahora en Rusia están en estado de guerra…
—Pero nuestros muchachos han echado sencillamente al desierto a esos hereros y otros hotentotes…
—En cualquier caso, Liebknecht ha dicho que los obreros de San Petersburgo y nosotros, los de la Cuenca, somos héroes del proletariado…
—Sin embargo, con los japoneses los rusos no pueden acabar tan fácilmente…
—Y aquí en Herne han disparado en fin de cuentas contra nosotros…
—Pero sólo al aire…
—En cualquier caso, todos corrieron…
—Desde la Puerta de la Mina a través de la plazuela…
—No, señor Consejero de Minas, nada de soldados, sólo policía…
—Pero corrimos de todas formas.
—No hay nada como largarse, le dije a Anton…