1932

Tenía que ocurrir algo. En cualquier caso, las cosas no podían seguir así, con decretos de urgencia y elecciones continuas. Sin embargo, en principio, hasta hoy no ha cambiado mucho. Bueno, estar sin trabajo entonces y parado ahora no es exactamente lo mismo. En aquella época no se decía «estoy sin trabajo», sino «voy a que me estampillen». Por alguna razón, eso parecía más activo. La verdad es que nadie quería reconocer que no tenía trabajo. Se consideraba una vergüenza. En cualquier caso, cuando en el colegio o en la catequesis me preguntaba el reverendo Watzek, yo decía: «Mi padre va a que lo estampillen», mientras que mi nieto dice ahora tranquilamente: «Vivo del subsidio». Es verdad, cuando Brüning estaba en el poder, eran unos seis millones, pero ahora estamos otra vez en cinco, bien contados. Por eso hoy se escatima el dinero y se compra sólo lo más necesario. En principio, las cosas no han cambiado. Sólo que en el treinta y dos, cuando llevaba ya tres inviernos yendo a que lo estampillaran, a Padre hacía tiempo que le estaba descontando, y le reducían la asistencia social cada dos por tres. Tres marcos cincuenta a la semana cada vez. Y como mis hermanos iban los dos a que los estampillaran, y sólo mi hermana Erika, vendedora en Tietz, traía a casa un verdadero salario, Madre no llegaba a reunir siquiera doscientos marcos semanales para la casa. Eso no bastaba en absoluto, pero en nuestra vecindad ocurría lo mismo por todas partes. ¡Ay de quien agarraba la gripe o lo que fuera! Sólo por el certificado había que apoquinar cincuenta pfennig. Echar medias suelas a los zapatos abría un agujero en las finanzas. El carbón comprimido costaba unos dos marcos el quintal. Sin embargo, en las cuencas los montones aumentaban. Naturalmente, estaban vigilados, estrictamente además, con alambre de espino y perros. Y el colmo eran las patatas de invierno. Tenía que ocurrir algo, porque el sistema entero estaba podrido. En principio, hoy ocurre lo mismo. También las esperas en la oficina de empleo. Una vez, mi padre me llevó con él: «Para que veas cómo funciona esto». Ante la oficina había dos policías que velaban por que nadie perturbase el orden, porque delante había una cola y dentro estaban de pie también, ya que no había asientos suficientes. Sin embargo, tanto fuera como dentro todo estaba muy tranquilo, porque todos andaban meditando sólo para sus adentros. Por eso se podía oír tan bien el ruido de las estampillas. Un chasquido seco. Estampillaban en cinco o seis ventanillas. Todavía hoy lo oigo. Y veo muy bien las caras cuando rechazaban a alguien. «¡Ha pasado el plazo!», o «faltan papeles». Padre lo llevaba todo: hoja de inscripción, último certificado de trabajo, declaración de pobreza e impreso de giro postal. Porque, desde que sólo recibía beneficencia, comprobaban la necesidad, hasta en nuestra casa. Ay, si había muebles demasiado nuevos o una radio. Y además olía a ropa húmeda. Porque fuera hacían cola bajo la lluvia. No, no había apreturas ni alborotos, ni siquiera políticos. Bueno, porque todo el mundo estaba harto y todos lo sabían: así no se puede seguir. Tiene que ocurrir algo. Sin embargo, después mi padre me llevó a la autoayuda de los desempleados, en el edificio del sindicato. Allí había carteles y llamamientos a la solidaridad. Y había también algo que comer, un plato único, la mayoría de las veces una sopa. Madre no debía saber que habíamos estado allí: «Os sacaré a todos adelante», decía ella y, cuando me frotaba en el bocadillo del colegio un poco de manteca, se reía; o cuando sólo había pan: «Hoy a palo seco». Bueno, las cosas no son ahora tan malas, aunque pueden empeorar. En cualquier caso, entonces había ya algo así como el servicio social para los llamados desempleados de la beneficencia. En nuestro caso, en Remscheid, tenían que apencar en la presa, construyendo caminos. Padre también, porque vivíamos de la beneficencia. En aquella época, como los caballos eran demasiado caros, enganchaban a unos veinte hombres a una apisonadora de no sé cuántos quintales y, a la voz de «¡arre!», arrancaban. A mí no me dejaban ir a mirar, porqué Padre, que en otro tiempo fue maquinista jefe, se avergonzaba ante su hijo. Sin embargo, en casa lo oía llorar cuando, en la oscuridad, estaba echado junto a Madre. Ella no lloraba, pero al final, poco antes de la toma del poder, no hacía más que decir: «Peor no puede ser». Una cosa así no puede pasarnos hoy, he dicho a mi nieto para tranquilizarlo, cuando se dedica como siempre a hablar mal de todo.

—Tienes razón —me respondió el rapaz—, por muy mal que esté lo del trabajo, las acciones de la Bolsa no hacen más que subir.

Mi siglo
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
Section0000.xhtml
Section0001.xhtml
Section0002.xhtml
Section0003.xhtml
Section0004.xhtml
Section0005.xhtml
Section0006.xhtml
Section0007.xhtml
Section0008.xhtml
Section0009.xhtml
Section0010.xhtml
Section0011.xhtml
Section0012.xhtml
Section0013.xhtml
Section0014.xhtml
Section0015.xhtml
Section0016.xhtml
Section0017.xhtml
Section0018.xhtml
Section0019.xhtml
Section0020.xhtml
Section0021.xhtml
Section0022.xhtml
Section0023.xhtml
Section0024.xhtml
Section0025.xhtml
Section0026.xhtml
Section0027.xhtml
Section0028.xhtml
Section0029.xhtml
Section0030.xhtml
Section0031.xhtml
Section0032.xhtml
Section0033.xhtml
Section0034.xhtml
Section0035.xhtml
Section0036.xhtml
Section0037.xhtml
Section0038.xhtml
Section0039.xhtml
Section0040.xhtml
Section0041.xhtml
Section0042.xhtml
Section0043.xhtml
Section0044.xhtml
Section0045.xhtml
Section0046.xhtml
Section0047.xhtml
Section0048.xhtml
Section0049.xhtml
Section0050.xhtml
Section0051.xhtml
Section0052.xhtml
Section0053.xhtml
Section0054.xhtml
Section0055.xhtml
Section0056.xhtml
Section0057.xhtml
Section0058.xhtml
Section0059.xhtml
Section0060.xhtml
Section0061.xhtml
Section0062.xhtml
Section0063.xhtml
Section0064.xhtml
Section0065.xhtml
Section0066.xhtml
Section0067.xhtml
Section0068.xhtml
Section0069.xhtml
Section0070.xhtml
Section0071.xhtml
Section0072.xhtml
Section0073.xhtml
Section0074.xhtml
Section0075.xhtml
Section0076.xhtml
Section0077.xhtml
Section0078.xhtml
Section0079.xhtml
Section0080.xhtml
Section0081.xhtml
Section0082.xhtml
Section0083.xhtml
Section0084.xhtml
Section0085.xhtml
Section0086.xhtml
Section0087.xhtml
Section0088.xhtml
Section0089.xhtml
Section0090.xhtml
Section0091.xhtml
Section0092.xhtml
Section0093.xhtml
Section0094.xhtml
Section0095.xhtml
Section0096.xhtml
Section0097.xhtml
Section0098.xhtml
Section0099.xhtml
autor.xhtml