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—Tengo asuntos en Tripolis —dijo Zabdas—. Tal vez me demore unas semanas. Iré con Nebozabad, quien partirá dentro de pocos días.
Aliyat se alegró de haberse dejado el velo para ir a su oficina.
—¿Mi señor desea informarme de qué asunto se trata?
—No tiene sentido. Tus consejos ya no sirven, al igual que el resto. Te informo en privado para decirte lo que es obvio, que en mi ausencia debes permanecer en el harén y ocuparte de los asuntos propios de una esposa.
—Desde luego, mi señor.
Ella y Bonnur ya habían pasado dos tardes juntos.