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Preguntas y respuestas
Fernando subió al 215 y se ubicó en uno de los asientos de atrás. Demoraría, calculó, unos quince minutos en llegar al domicilio de Lucía Peña. ¿Cómo evitar el aburrimiento? Descartó la posibilidad de mirar por la ventanilla. Hacerlo implicaba mirar la ciudad. Y estaba harto ya de mirar esa ciudad monstruo, esa ciudad que le deparaba pocas sorpresas genuinas y curiosidades sin contenido. Hacía varios meses que había llegado a una certeza irreparable: todo podía pasar en Buenos Aires, pero nunca pasaba, realmente, nada. Sólo era un puro batifondo prescindible.
Recurrió a uno de sus entretenimientos predilectos, que, además, tenía la formidable comodidad de requerir sólo un espacio para desarrollarse: su cerebro, agitado por su imaginación y su pasión por el cine.
Pensó: interrogantes para cinéfilos.
¿Quién ordenó matar a Rod Steiger en Nido de Ratas, discutió durante toda una tarde con Henry Fonda en Doce Hombres en Pugna, amenazó con tirar ácido en el bello rostro de Cyd Charisse en La Rosa del Hampa y vio sobre las pampas argentinas la imagen de los cuatro jinetes del Apocalipsis en, precisamente, Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis?
Muy fácil: Lee J. Cobb.
¿El nombre completo de Rick en Casablanca?
No tan fácil: Rick Blaine.
¿Qué película preferiría volver a ver: La Noche de los Muertos Vivientes de George A. Romero o Gandhi de Richard Attenborough?
Si contesta Gandhi usted no sabe nada de cine.
(Tema para desarrollar: La Noche de los Muertos Vivientes y las excelencias del gore).
¿Quién mató tres veces a Humphrey Bogart?
Fácil: James Cagney.
¿En qué películas?
No tan fácil: Héroes Olvidados, Ángeles con Caras Sucias y Oklahoma Kid.
¿A quién le rompieron una mano por ganar una pelea que debía perder?
A Robert Ryan en El Luchador.
¿Quién era el delatado en El Delator?
Wallace Ford.
¿Quién escribía su columna periodística dentro de una bañera?
Clifton Webb en Laura.
¿Quién robó de la cartera de Jean Peters un microfilm codiciado por los comunistas?
Richard Widmark en El Rata.
¿En dónde transcurría Gilda?
Muy fácil: en Buenos Aires.
Esta maldita ciudad, húmeda, y, para colmo, llena de porteños.
El colectivo se detuvo y Fernando descendió.
Había llegado.