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Un discípulo del Destripador
Esa noche, una vez más, y, si tal cosa fuera posible, con mayor rigor ante la inminencia del primer asesinato, Jack el Destripador le enseñó el uso mortal de la navaja.
Fernando fue un discípulo brillante.
Un discípulo, además, orgulloso de su inmenso, mitológico maestro.
¿Cómo, llegado el momento, no habría de matar con infinita pericia, si su mano, antes, había sido adiestrada por el más grande asesino serial de la Historia, por Jack el Destripador?