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La serie del asesino serial
No se dijo: han tocado a degüello.
No salió, esa noche, locamente, en busca del primer ser humano que se cruzara en su camino para transformarlo en la primera víctima de su serie de víctimas de asesino serial.
No estaba loco.
No estaba enfermo.
El crimen, en él, no era el resultado de conflictos emocionales profundos e irredimibles. Se lanzaba a matar guiado por una racionalidad fría, más cerca de un teorema que de un estallido pasional, o de una patología. La sangre por derramarse sólo otorgaría un dramatismo exterior a una intriga que se dirimía, ante todo, en los laberintos de la inteligencia.
Cerca de la medianoche llegó a los parajes del Jardín Botánico.