LLEGADA AL HADES
HE aquí la ribera de lo etemo,
aquí pasa mugiendo la corriente
y la muerte toca entre las matas
su misma monótona melodía.
Muerte, ¿por qué callaste?
Hemos llegado desde lejos
y tenemos hambre de escuchar,
no hemos tenido jamás una nodriza
que cantara como tú.
La corona que no supo de mi frente
en silencio la pongo a tus pies.
Has de enseñarme un país maravilloso
donde se hallen las altas palmas
y entre las columnatas vayan
las ondas del anhelo.
[De “Últimos poemas” de El país que no es, 1925]