LA SEGUNDA VENIDA
ASCENDIENDO, ascendiendo en una vasta espiral
el halcón ya no puedo oír al halconero;
las cosas se disocian; el centro no puede sostenerse;
simple anarquía azota al mundo,
se desencadena la obscura marea de la sangre
y, doquiera, está el culto de la inocencia destruido;
los mejores pierden la fe, mientras que los peores
se encuentran colmados de ardiente intensidad.
Sin duda está cercana alguna revelación;
sin duda es inminente la Segunda Venida.
¡La Segunda Venida! Apenas pronunciadas estas palabras
cuando una vasta imagen emerge del Spiritus Mundi
y turba mi vista: en algún lugar de las arenas del desierto
una forma con cabeza humana y cuerpo de león,
una mirada cual la del sol, vacía y sin piedad,
sus lentos miembros mueve y todo en su derredor
devana las sombras de las indignadas aves del desierto.
La obscuridad cae nuevamente; mas ahora sé
que veinte siglos de un sueño de piedra
llegaron a la pesadilla por el balanceo de una cuna,
y ¿qué tosca bestia, llegada al fin su hora,
se arrastra torpemente hasta Belén para nacer?
[De Michael Robaríes y la bailarina, 1921]