UNA NOCHE
LA habitación era barata y sórdida,
escondida en los altos de una taberna equívoca.
Desde la ventana se veía la calle sucia y estrecha.
Desde abajo llegaban las voces de los obreros
jugando cartas y divirtiéndose.
Y allí, en la usada y ordinaria cama,
tuve el cuerpo del amor,
me embriagué con los rojos y voluptuosos labios.
Y ahora, cuando lo escribo después de tantos años,
solo en la casa, me embriagan otra vez.
1915