EL OTOÑO DEL SOLITARIO
Y ya vuelve el otoño abundante de frutos,
amarillenta luz de bellos días veraniegos,
sale un nítido azul de los mustios despojos;
el vuelo de las aves dice de viejas sagas,
el mosto en los lagares, lleno el dulce silencio
de respuestas musitadas a preguntas oscuras.
Y aquí y allá una cruz sobre yermo collado;
en el bosque rojizo se ha perdido un rebaño.
Vagan las nubes sobre el espejo del estanque,
reposa el gesto sosegado del labriego.
Muy leve roza el ala azul de la noche
un techado de paja seca, la tierra negra.
Ya anidarán estrellas en las cejas del hombre fatigado;
entra en los fríos cuartos muda resignación
y en silencio salen ángeles de los azules
ojos de los amantes que sufren más dulcemente.
Susurra el carrizo; duro horror nos asalta
cuando negro rocío gotea de los sauces desnudos.