INFANCIA
CUAJADO de frutos el saúco; tranquila habitaba la infancia
en el antro azul. Sobre el camino borrado,
donde silba ahora la grama pardusca,
medita la quieta enramada; el rumor del follaje
igual que cuando el agua azul resuena en las rocas.
Dulce es la queja del mirlo. Un pastor taciturno
sigue al sol que cae rodando de la colina otoñal.
Un instante azul es sólo ya alma.
Por el lindero del bosque asoma un medroso venado y apacibles
reposan en el valle las antiguas campanas, las oscuras aldeas.
Lleno de piedad sabes tú el sentido de los oscuros años,
frescor y otoño en aposentos desiertos;
y en el sagrado azul perduran resonancia de luminosos pasos.
Levemente chirría una ventana abierta; nos mueve
al llanto la vista del ruinoso cementerio en la colina,
recuerdo de leyendas narradas; a veces empero el alma se ilumina
cuando piensa hombres alegres, días primaverales de oro oscuro.