DÍAS DE 1908
ESE año se encontró sin trabajo;
subsistía jugando cartas, bakgammon, o de préstamos.
Le ofrecieron un puesto, en una papelería,
ganando tres libras al mes; rehusó sin vacilar.
No le servían, no era sueldo para él,
joven bien educado de veinticinco años.
Diariamente ganaba o perdía dos o tres chelines,
jugando cartas o bakgammon,
¿qué se podría ganar en esos cafés de su nivel social,
los sitios populares, aunque jugara inteligentemente,
y tuviera compañeros tontos?
Aumentaba deudas, raramente encontraba un dólar,
más seguido un medio dólar o simplemente un chelín.
Semanalmente, a veces con más frecuencia,
sobre todo cuando no se había desvelado toda la noche,
se refrescaba yendo a nadar.
Sus ropas estaban andrajosas,
usaba siempre el mismo traje café, bastante raído.
¡Oh! días de verano de 1908, de tu imagen
como obsequio a la belleza.
Aquel traje café no existe, se perdió en el recuerdo.
Cuando se quitó la ropa
y quedó desnudo por completo,
bello sin defecto,
maravillosos cabellos alborotados por el viento,
miembros bronceados por el sol,
desnudez matutina en los baños y en la playa.
1932