OCCIDENTE
A Else Lasker-Schüler en homenaje
1
Luna, cual si saliera un muerto
de un hoyo azul,
y tantas flores cayendo
sobre el camino rocoso.
Llora plateado llanto
un ser enfermo a orillas
del estanque anochecido que cruzaron
en negra barca los amantes
hacia la muerte.
O resuenan los pasos
de Elis por el bosque
de jacintos
y se pierden bajo los robles.
Oh la figura de muchacho
formada de cristalinas lágrimas,
de nocturnas sombras.
Dentellados relámpagos iluminan la sien
siempre fría
cuando en la verdeante colina
retumba la tempestad de primavera.
2
Tan sosegados los verdes bosques
de nuestra patria,
la ola cristalina
muriendo al pie de muros derruidos
y nosotros hemos llorado en nuestro sueño;
orillan con pasos dudosos
el seto de espinos
los que cantan en el ocaso de verano
en la sagrada paz
de los viñedos, en su lejana lumbre mortecina;
ahora sombras en el seno frío
de la noche, águilas luctuosas.
Cuán dulcemente cierra un rayo de luna
las heridas purpúreas de la melancolía.
3
¡Grandes ciudades
construidas de piedra
en la llanura!
Así sigue sin palabra
el sin patria
con sombría frente al viento,
a los árboles sin hojas sobre la colina.
¡Y vosotros ríos anochecientes hacia la lejanía!
Profunda angustia
del atroz arrebol crepuscular
en los nubarrones cargados de tormenta.
¡Pueblos agonizantes!
Lívida ola
rompiendo sobre la playa de la noche,
estrellas cadentes.