A LOS CUATRO VIENTOS
NINGÚN pájaro viene a perderse en mi retiro oculto,
ninguna golondrina negra que traiga deseo,
ninguna blanca gaviota que anuncie tempestad...
A la sombra de los peñascos mi alma salvaje monta guardia,
pronta a huir al menor crujido, al primer paso que se acerque...
Silencioso y azuleante mi universo, mi universo afortunado...
Tengo una puerta a los cuatro vientos.
Tengo una puerta de oro al este —apta para el amor que no viene nunca,
tengo una puerta para el día y otra para la melancolía,
tengo una puerta para la muerte— siempre está abierta.