ENTREVISTA CON ERIN HEALY

1. ¿Cómo es el proceso de escribir junto a un autor superventas del New York Times como Ted Dekker?

Erin Healy: Se parece un poco a ir detrás de Tyra Banks en la pasarela con un bikini. ¡Muy intimidante! Pero también es maravilloso y emocionante. Ted es tan divertido como talentoso, y ha tenido mucha paciencia con los que a veces han sido mis primeros pasos tambaleantes a la hora de escribir una novela.

Cada una de nuestras historias se ha creado en su momento. Para Beso le mandé muchas ideas y él sacó de una de ellas un recurso que le gustó: la idea de que una mujer pudiera robar recuerdos de otra gente. Después él construyó una historia a partir de eso que era bastante diferente a la que yo había imaginado, pero que por supuesto era espectacular. Llamas, bastante curioso, surgió de dos ideas que tuvimos cada uno por separado acerca del arrepentimiento y las segundas oportunidades. Las juntamos y nació un precioso bebé de esa unión. Así que el proceso se ha reinventado a sí mismo en cada ocasión.

Ted y yo pasamos mucho tiempo al teléfono discutiendo ideas. Hablamos, hablamos, hablamos. Por lo menos he gastado tres baterías solamente al teléfono con Ted. Luego yo escribo y él lee y hablamos un poco más. Entonces yo escribo y reescribo, y él escribe y reescribe, y vamos adelante y atrás en este proceso hasta que nace la historia. Es un esfuerzo sinérgico, y en cada ocasión yo aprendo algo nuevo… como lo que no tienes que comer si quieres verte bien en una pasarela en bikini.

2. ¿Cómo serán de diferentes tus novelas en solitario de las que has escrito con Ted Dekker?

EH: En muchos aspectos mis novelas en solitario son semejantes a las que he escrito con él, lo que dará sensación de continuidad para los lectores. Ted y yo creamos adrede novelas en las que se escuchan ecos de En un instante o Tr3s, que son muy populares entre el público femenino de Ted y no son tan oscuras como sus trabajos más recientes. Las historias de estas novelas que hemos escrito juntos son las que yo quiero contar: thrillers sobrenaturales con fuerte temática cristiana y con unas protagonistas femeninas muy enérgicas.

Mis historias compartirán esos rasgos. Continuarán siendo historias comerciales y entretenidas, pero tendrán también algo que las diferencie de la línea de fantasía y thriller de Ted.

Creo que las novelas de Ted son parábolas. Le dicen a los lectores: «El reino de los cielos es como esto», o «el amor de Dios es como esto». Yo veo mis novelas como fábulas, historias que exploran el valor de las decisiones de los personajes. Esas historias les cuentan a los lectores: «¿Qué importancia tiene una decisión sobre otra? ¿Qué impacto tiene en la vida física? ¿En las relaciones? ¿En la vida espiritual?» Las respuestas no son siempre en blanco o negro. Beso es una fábula sobre la pérdida y la recuperación de la memoria. Llamas es una fábula sobre la propia muerte. No te dejaré ir es una fábula sobre el perdón y el rencor.

La acción en las novelas de Ted es en gran medida física. En mis novelas la acción será más psicológica y espiritual, movida por las relaciones y por la sensibilidad femenina. Si las historias de Ted se parecen a películas como 300 o Gladiator, las mías serán más como thrillers psicológicos al estilo de Casa de juegos o Sabotaje, de Hitchcock.

En mis novelas el suspense viene conducido por altas cuestiones espirituales o morales pero no necesariamente por la oscuridad y la muerte. Creo que para un cristiano hay muchas cosas peores que la muerte. Con las promesas que nos dio Cristo no deberíamos temer a la muerte. Puede que no nos quede mucho, pero no deberíamos tenerle miedo.

3. Háblanos de los «lugares sagrados» que tanto te gusta explorar en tus novelas.

EH: Si has leído a C. S. Lewis o a algún otro acerca de la historia irlandesa, sabrás que la idea de «lugares sagrados», o «thin places», es celta. Describe esos sitios en todo el mundo donde el velo entre la realidad física y la espiritual es tan delgado que una persona puede ver a través de él (o incluso quizás caminar entre los dos mundos). Hablando figuradamente, estos lugares sagrados representan momentos de revelación espiritual, una conexión entre los elementos visibles e invisibles de nuestras vidas.

La chica irlandesa que hay en mí ha estado fascinada durante mucho tiempo por ese concepto. Tanto mi apellido de casada, como el de soltera, como mi nombre de pila son irlandeses, y quizá fuera inevitable. De joven pasaba la mitad del día en la iglesia pentecostal, y salí de aquella tradición con una inquebrantable creencia en la existencia de un mundo espiritual activo. En mi segundo año de secundaria mi madre me regaló una copia de un libro que acababa de salir, Esta patente oscuridad, y la imaginería del mundo espiritual invadiendo el nuestro se quedó conmigo.

No espero que mis historias sean tan literales como las de Frank Peretti. Pero deseo que tengan el mismo impacto. Al poco de empezar mi carrera editorial Dean Merrill me desafió con una crítica de los libros publicados en el mercado cristiano. Los más flojos, dijo él, provocan que los lectores digan: «¡Amén! ¡Estoy de acuerdo contigo!» Los más fuertes, por otro lado, hacen que los lectores digan: «Nunca lo había pensado desde ese punto de vista».

Espero que mi exploración de esos lugares sagrados haga que los lectores piensen en sus vidas físicas y espirituales en una forma nueva y libre de prejuicios.

4. Cuéntanos un poco cómo ha surgido la idea de tu primer trabajo en solitario, No te dejaré ir.

EH: Todos hemos tenido una de esas relaciones que te hacen pensar: «Es una buena persona, ¡pero de veras espero no tener nunca que vérmelas con su lado malo!» Son buena gente, adultos maduros, pero tienen un punto rencoroso e implacable. No dejan pasar las ofensas con facilidad. He conocido a algunas de esas personas. Podría nombrarlas pero no lo haré… nunca me perdonarían. Lo que es excepcional en la gente en la que estoy pensando es que también he tenido la oportunidad de conocer a sus padres. En uno de estos encuentros, particularmente insólito, uno de sus padres empezó a parlotear sobre un resentimiento de años atrás, y como no pertenecía a la familia me resultaba muy obvio que la amargura del hijo estaba enraizada en la de los padres. Como si fuera genético, no solamente aprendido, sino inculcado.

Esas personas son cristianas, por cierto. Como progenitor cristiano, la revelación provoca una búsqueda espiritual. Mis engranajes empezaron a girar: ¿por qué a algunos cristianos les cuesta tanto perdonar? Pienso que algunas veces es porque el daño que nos hacen es real y nuestra ofensa es justificable. Algunas otras veces es porque nos vemos a nosotros mismos como buenas personas. Y en otros casos es porque creemos sinceramente que no perdonar no daña a nadie más que (tal vez) a nosotros mismos.

Así que creé a un personaje que cree en todas estas cosas y después es desafiado con una idea: ¿qué ocurre si tu amargura justificada te cuesta el único tesoro que aprecias en este mundo: la vida de tu único hijo? Y No te dejaré ir creció alrededor de esa pregunta.

5. Háblanos más de los elementos espirituales de No te dejaré ir.

EH: Tengo un hijo de quince meses que está en la etapa de querer sujetar todos sus juguetes al mismo tiempo. Se las arregla para agarrar uno o dos con los brazos y después sencillamente disfruto viendo cómo intenta agarrar otro, y otro más mientras se le caen. Hace esos malabares intentando quedarse con todo. La historia de No te dejaré ir trata acerca de lo que eliges agarrar y la idea de que no podemos sujetarlo todo. No puedes sujetar tu pastel y comértelo además. No puedes agarrarte al rencor y a la falta de perdón y al amor al mismo tiempo. ¿A qué quieres agarrarte? No te dejaré ir se refiere a muchas cosas diferentes que dependen del personaje, que tiene que ver con los muchos significados del título, pero que es la clave del elemento espiritual: ¿nunca dejarás marchar el amor o nunca dejarás marchar el rencor? Y el precio de ambos es muy alto. No es una elección sencilla.

6. ¿Cuál es la alegría más inesperada de ser una autora publicada?

EH: Tener encuentros significativos con completos extraños. En nombre de la transparencia tengo que decir que los medios sociales me ponen nerviosa. Contraté a alguien para que me ayudase a sobrellevar algo tan desbordante. Soy una persona muy íntima e introvertida. Hasta hace muy poco si alguien decía «Facebook» mi ojo izquierdo empezaba a parpadear y mi hombro empezaba a moverse con un tic nervioso. Pero por encima de todas estas rarezas, he aprendido a actualizar mi fan page y publico en un blog esporádicamente; tengo una cuenta en Twitter y mi página web está sufriendo una completa restructuración con tan sólo dieciocho meses de vida.

Ha sido una auténtica sorpresa el que la gente realmente quiera conectarse conmigo. Cuando un fan preguntó si Ted y yo seguiríamos escribiendo juntos, el chaval se emocionó cuando le sugerí que debía preguntar a otros fans si nosotros debíamos seguir haciéndolo. (¡Todavía estoy esperando los resultados!) Me han animado personas que no me conocen pero que se sienten como si lo hicieran después de haber leído Beso. He recibido invitaciones para escribir. Mi favorita de todas es un correo electrónico de una chica de sexto grado que está segura al cien por ciento de que quiere ser editora cuando crezca. Me escribió para que la aconsejara cómo conseguirlo. Imagínatelo: lo di todo para contestarle lo mejor posible.

7. ¿Cómo es tu día ideal como escritora?

EH: Mi día perfecto es un día irlandés: frío, húmedo y gris, con mi familia metida en casa y una taza sin fondo de café en la mano. En un día de escritura perfecto hay tiempo para leer por placer e inspiración. Hay silencio y espacio para escuchar lo que Dios quiere decir. Hay oportunidades de ser sorprendida por una nueva idea, quizá una nueva conexión dentro de la historia. Lo ideal son 3,000 palabras lúcidas y una idea bastante buena de dónde me están llevando. Dejo el trabajo a tiempo para hacer la cena para mi familia. Mi maridito me cuenta lo que necesito saber sobre un arma de fuego o una escena de deportes sobre la que estoy escribiendo. Mi hija me cuenta los últimos detalles de la historia que ella está escribiendo. Y mi hijo me trae Oso pardo, oso pardo para que se lo lea antes de irse a dormir.