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El sábado por la noche (técnicamente era la madrugada del domingo) Janeal subió a un avión y se dejó caer en su asiento de primera clase. Su móvil había estado pitando antes de la llamada para embarcar, y ella se había dedicado metódicamente a contestar todos los mensajes posibles antes de tener que apagar el aparato durante el vuelo.
Brian Hoffer le había mandado una nota. Adjunto puntos generales sobre la idea de su historia. Sujetos difíciles, no muestran sus cartas, no estoy seguro de que encajen en el concepto. Dígame algo.
Abrió el archivo y leyó por encima la sinopsis de dos páginas. Tenía que darle la razón a Brian. Allí no había nada. Nada que destacase, al menos, nada que sirviera para una historia utilizable en All Angles, nada que hiciera babear al editor, en vez de hacerle bostezar.
Nada que ella pudiera aprovechar como fuente de información personal.
Obviamente aquel joven periodista no lo haría. Todas aquella palabras tan decentemente escritas y aun así no había nada que mostrar aparte de dos figuras decentemente descritas, un Robert Lukin y una Katie Morgon sonriendo a través de las páginas como maniquíes de Macy’s.
Tendría que hacerlo ella misma.
¿Hacer qué, ella misma? En primer lugar, ella no iba detrás de una historia.
Ella quería información. Y no información sobre cómo funcionaba la Casa de la Esperanza del Desierto o cuánta financiación había perdido en los últimos cinco años, que era sobre lo que Brian había escrito. Quería información personal que sólo ella sabría como sonsacar. Tendría que haberse dado cuenta de aquello al principio.
Janeal le envió una respuesta a Brian.
Poco sólido, nada sobre lo que hablar. La idea está muerta antes de empezar. Si decidimos revivir la historia le llamaré.
Hizo regresar su mente al siguiente paso. ¿Cómo llegaría hasta Katie? ¿Cómo podía averiguar qué pretendía hacer Katie con sus cartas? ¿Cómo podía Janeal hacerlo sin descubrirse?
No se le ocurrió ninguna respuesta clara.
Medio minuto después le llegó un segundo mensaje de Brian anunciando con educación la irrazonable indemnización que esperaba, acompañado con un lenguaje manido sobre cómo esperaba que All Angles pudiera reconsiderarlo o usarle en un futuro, bla, bla, bla. Acalló su irritación inicial y decidió que él se merecía cualquier indemnización que pidiese por no haberla llamado para discutir. La propia falta de entusiasmo del chico era indicativo suficiente de que él no pensaba que valiese la pena invertir su talento en aquella historia. Mucho mejor.
No sólo eso, sino que, quizá siendo consciente de que sus exigencias eran inusualmente altas, Brian había incluido la siguiente información: La indemnización incluye un billete de ida para regresar a Phoenix, ya que mi transporte, Lukin, ha decidido tomarse unas vacaciones aquí en la Tierra del Encantamiento.
Janeal contestó: Envíeme la dirección postal. Recibirá el pago en tres semanas y dejó a un lado su móvil. No esperaba volver a oír de Brian hasta después de que él descubriera que ella no le había pagado el billete de avión. Había ido allí por su cuenta; podía volver a casa del mismo modo.
Tampoco había calculado que Robert fuera a pasar un tiempo prolongado con Katie. Su presencia podía añadir una nueva vuelta de tuerca al ya de por sí enrevesado dilema de Janeal.