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Metternich habría considerado que se trataba de una herejía, pero Federico el Grande habría aplaudido esta adaptación de un discípulo sagaz a su propia razón para conquistar Silesia.
Con absoluta sangre fría, Bismarck sometió el equilibrio europeo del poder al mismo análisis relativista al que sometió la situación interna de Alemania. En plena guerra de Crimea, Bismarck esbozó las principales opciones de Prusia:
Disponemos de tres amenazas: 1) Una alianza con Rusia; y es disparatado jurar, de antemano, que nunca estaremos con Rusia. Aun si esto fuera cierto, deberíamos conservar la opción de emplearlo como amenaza. 2) Una política en que nos arrojemos en brazos de Austria y logremos compensación a expensas de los pérfidos confederados [alemanes]. 3) Un cambio de gabinetes hacia la izquierda, con el cual pronto nos volveremos tan «occidentales» que podremos aventajar completamente a Austria