8. Nubes sonoras y eco aéreo
El sonido no sólo se refleja en obstáculos sólidos, sino también en formaciones tan delicadas como son las nubes. Es más incluso el aire completamente transparente también puede reflejar en ciertas condiciones las ondas sonoras; estas condiciones se dan cuando por una causa cualquiera su aptitud para conducir el sonido se diferencia de la que tiene la masa de aire circundante. Aquí ocurre un fenómeno semejante al que en óptica se llama "reflexión total". El sonido se refleja en un obstáculo invisible y oímos un eco enigmático que llega no sabemos de dónde.
John Tyndall descubrió casualmente este hecho tan curioso citando realizaba experimentos con señales acústicas a orillas del mar. "El eco se producía en un aire completamente transparente, escribe Tyndall. Este eco venía hacia nosotros como por encanto, desde unas nubes acústicas invisibles".
Este ilustre físico inglés llamó nubes acústicas a las zonas de aire transparente que hacen que se reflejen los sonidos engendrando el "eco del aire". A continuación reproducimos lo que dice sobre este particular:
"Las nubes acústicas flotan constantemente en el aire. No tienen la menor relación ni con las nubes ordinarias ni con la niebla o la bruma. La atmósfera más transparente puede estar llena de nubes de este tipo. De esta forma pueden producirse ecos aéreos que, en contra de lo que generalmente se piensa, se pueden originar cuando la atmósfera está más clara. La existencia de estos ecos aéreos está demostrada por las observaciones y los experimentos. Pueden ser originadas por corrientes de aire más o menos calientes o que contengan una cantidad de vapor distinta".
La existencia de nubes acústicas, opacas al sonido, nos explica algunos fenómenos enigmáticos que se observan a veces durante las batallas. Tyndall cita el siguiente fragmento de las memorias de un testigo de la guerra Franco-Prusiana de 1871:
"La madrugada del día 6 era todo lo contrario de la del día anterior. Ayer hacía un frío penetrante y había una niebla que no dejaba ver nada a media milla de distancia. Pero el 6 fue un día despejado, claro y transparente. Ayer estaba el aire cargado de sonidos, mientras que hoy reina un silencio como el de la Arcadia, que no conocía las guerras. Nos mirábamos unos a otros asombrados. ¿Es posible que haya desaparecido París, sus fuertes, sus cañones, los bombardeos, sin dejar ni rastro?… Fui a Montmorensy, desde donde se abría ante mis ojos el amplio panorama del lado norte de París. Pero también aquí la calma era absoluta… Me encontré con tres soldados y empezamos a discutir la situación. Ellos se inclinaban a creer que habían comenzado las negociaciones de paz, ya que desde la madrugada no habían oído ni un sólo disparo…
Yo seguí adelante, hasta Gonesse. Allí me enteré de que las baterías alemanas disparaban enérgicamente desde las 8 de la mañana. Por el lado sur comenzó el bombardeo a esa misma hora. ¡Y desde Montmorensy no se oía ni un sólo ruido!… Todo esto dependía del aire, que hoy conducía el sonido tan mal, como ayer lo conducía bien".
Fenómenos parecidos se observaron durante las grandes batallas de la guerra 1914-1918.