15. El fuego
se puede apagar con fuego
El lector quizás haya oído decir que el mejor procedimiento, y a veces el único, que se puede emplear para cortar los incendios en los bosques o en las estepas es el de incendiar el bosque o la estepa por el lado opuesto. Las nuevas llamas se lanzan al encuentro del incendio desencadenado y, como destruyen el material que podía arder, hacen que el fuego no tenga de qué alimentarse. Cuando los dos muros de fuego se encuentran, se apagan en el acto, como si se devorasen entre sí.
Muchos habrán leído en la novela de James Cooper "The Prairie"[5] cómo se empleaba este procedimiento para apagar el fuego en los incendios de las estepas norteamericanas. ¿Se puede acaso olvidar el momento tan dramático en que el viejo trampero salva de una muerte segura a sus compañeros de viaje, cuando fueron sorprendidos por el incendio en la estepa?
A continuación reproducimos este episodio de "The Prairie".
"El viejo tomó de improviso un aspecto decidido.
- Ha llegado la hora de actuar.
- ¡Se ha dado usted cuenta demasiado tarde, viejo desgraciado! -gritó Middleton -. El fuego está ya a un cuarto de milla de nosotros y el viento le empuja hacia aquí con una fuerza horrorosa.
- ¡Conque fuego! ¡Como si yo me asustara del fuego! ¡Venga, valientes, manos a la obra! ¡Arrancad esta hierba seca hasta que la tierra quede como la palma de la mano!
Pronto quedó libre de hierba un espacio que tendría veinte pies de diámetro. El trampero llevó a las mujeres a un extremo de este pequeño espacio y les dijo que se cubrieran los vestidos con las mantas, porque si no se podían incendiar. Después de tomar esta precaución se fue al otro extremo, donde el elemento desencadenado rodeaba a los viajeros con su peligroso cerco, cogió un puñado de la hierba más seca, la puso en la cazoleta del rifle y disparó. La hierba reseca se incendió en el acto. El viejo la tiró a un alto matorral, se retiró al centro del círculo y se puso a esperar el resultado de su obra.

Figura 86. El fuego apaga el incendio de la estepa (pradera).
El elemento destructor se lanzó como hambriento sobre su nueva presa y pronto las llamas lamían la hierba.
- Ahora - dijo el viejo -, verán ustedes como el fuego acaba con el fuego.
- ¿Pero esto no es más peligroso? - exclamó Middleton ¿No acerca usted el enemigo, en lugar de alejarlo?
El fuego recién encendido iba en aumento y se extendía en tres direcciones, detenido en la cuarta por falta de alimento. A medida que crecía y tomaba fuerza iba limpiando todo el espacio que tenía delante. Detrás del fuego quedaba un suelo negro y humeante mucho más despejado que si hubieran segado la hierba. La situación de los fugitivos habría sido más crítica si el sitio que antes limpiaron no fuera en aumento a medida que las llamas los iban rodeando por las otras partes. Al cabo de unos minutos las llamas retrocedían en todas direcciones dejando a aquella gente envuelta en nubes de humo, pero fuera del peligro de ser alcanzados por el torrente de fuego que seguía avanzando impetuosamente.
Los viajeros contemplaban el simple procedimiento que había utilizado el trampero con la misma admiración que dicen que los palaciegos de Fernando el Católico miraban cómo Colón ponía el huevo de pie”.
Pero este procedimiento de apagar incendios en las estepas y en los bosques no es tan sencillo como parece. El contrafuego sólo pueden emplearlo personas de gran experiencia, de lo contrario la catástrofe puede ser todavía mayor.
Para que el lector comprenda qué pericia hace falta para esto, bastará que se pregunte: ¿por qué el fuego que prendió el trampero iba al encuentro del incendio, en lugar de hacerlo en sentido contrario? No hay que olvidar que el viento soplaba del lado del incendio y le empujaba hacia los viajeros. Al parecer, el nuevo incendio producido por el viejo trampero no debía ir al encuentro del mar de fuego, sino por la estepa hacia atrás. Si hubiera ocurrido esto, los viajeros se hubieran visto envueltos en un anillo de fuego y habrían perecido irremediablemente.
¿En qué consistía el secreto del trampero?
En el conocimiento de una ley física muy sencilla. Aunque el viento soplaba de la dirección en que ardía la estepa hacia los viajeros, más adelante, cerca del fuego, tenía que haber una corriente de aire contraria, que fuera en dirección a las llamas. No podía ser de otra forma, porque el aire que se calienta sobre el mar de fuego se hace más ligero y es desplazado hacia arriba por el aire fresco que llega de todas partes de la estepa no tocadas aún por las llamas. Por esto, cerca del límite del fuego se produce un tiro de aire que va al encuentro del incendio. El fuego contrario hay que encenderlo precisamente en el momento en que el incendio se aproxima lo suficiente para que se note este tiro de aire. Esto es lo que esperaba el trampero, que no comenzó a obrar antes de tiempo, sino que aguardó tranquilamente el momento oportuno. Si hubiera prendido fuego a la hierba un poco antes, cuando aún no se había establecido el tiro, el fuego se habría propagado en sentido contrario y la situación de aquel grupo de personas hubiese sido desesperada. Por el contrario, un pequeño retraso también podía resultar fatal, ya que el fuego hubiera llegado demasiado cerca.