12. Los relojes y el magnetismo
Al leer el trozo anterior es natural que nos preguntemos:
¿Es posible protegerse de la acción de las fuerzas magnéticas por medio de alguna barrera impenetrable para ella?

Figura 98. ¿Por qué no se imanta el mecanismo de acero de este reloj?
Sí, esto es posible. El fantástico invento de los marcianos podía haber sido neutralizado tomando previamente las medidas necesarias.
Aunque parezca extraño, el cuerpo impenetrable a las fuerzas magnéticas es el hierro, que tan fácilmente se imanta. Una aguja magnética colocada dentro de un anillo de hierro no se desvía aunque fuera del anillo se ponga un imán.
Una caja de hierro puede proteger contra la acción de las fuerzas magnéticas el mecanismo de acero de un reloj de bolsillo. Si colocamos un reloj de oro sobre los polos de un imán de herradura potente, todas las piezas de acero de su mecanismo, y en primer lugar el muelle capilar del volante[4], se imantan y el reloj deja de funcionar bien.
En cambio, para los relojes cuyo mecanismo está bien cerrado con tapas de hierro o acero este experimento no representa ningún peligro, ya que las fuerzas magnéticas no pasan a través del hierro ni del acero. Un reloj de este tipo se puede acercar al devanado de una dinamo potente sin que la regularidad de su marcha se altere lo más mínimo. Para los electricistas los relojes baratos, con caja de acero, son ideales, mientras que los de oro o de plata se estropean fácilmente por la acción de los imanes.