5. Jarras refrigerantes
Estas vasijas de arcilla porosa tienen la propiedad de que el agua que se echa en ellas se pone más fría que todas las cosas que hay a su alrededor. En España estas vasijas reciben el nombre de alcarrazas (botijos, jarras), en Egipto el de "goula" y en otros países se llaman de otras formas.
El secreto de la acción refrigerante de las alcarrazas es muy sencillo: el agua rezuma hacia afuera por las paredes de arcilla y se va evaporando poco a poco, con lo cual quita calor al recipiente y al líquido que tiene dentro.
Pero el enfriamiento que producen estas vasijas no puede ser muy grande y depende de muchas condiciones. Cuando más caliente esté el aire, más rápida e intensa será la evaporación del líquido que humedece la vasija por fuera y, por consiguiente, tanto más se enfriará el agua que hay dentro de ella. El enfriamiento también depende de la humedad del aire. Si el aire es muy húmedo, la evaporación será lenta y el agua se enfriará poco. Por el contrario, cuando el aire es seco se produce una evaporación intensa que hace que el agua se enfríe más. El viento también acelera la evaporación y facilita el enfriamiento. Esto último es cosa que sabe todo el mundo, por la sensación de frío que se nota (aunque el día sea caluroso) cuando se tienen los vestidos mojados y hace viento.
La disminución de temperatura que se consigue con las jarras refrigerantes no es mayor de 5 °C. En días de calor meridional, cuando el termómetro marca 33 °C, el agua de los recipientes refrigerantes tiene la temperatura de un baño templado, es decir, 28 °C. Como vemos es una refrigeración inútil prácticamente. Pero en estas jarras se conserva muy bien el agua fría, y para esto es principalmente para lo que se emplean.
Podemos intentar hacer el cálculo del grado de enfriamiento del agua que se puede conseguir en las alcarrazas. Supongamos que éstas tienen una capacidad de 5 litros y que se evapora 1/10 parte de litro. Para que se evapore 1 litro de agua (1 kg) hace falta, en los días calurosos (33 °C), cerca de 580 calorías. En nuestro caso se evapora 1/10 parte de kilogramo, por consiguiente, se consumirán 58 calorías. Si todo este calor se tomara del agua que hay en la alcarraza, su temperatura descendería 58/5 grados, es decir, unos 12 grados. Pero una gran parte del calor necesario para la evaporación se toma de las paredes de la propia alcarraza y del aire que la rodea; por otra parte, sobre el agua no sólo actúan estos factores, que tienden a enfriarla, sino también la acción del aire caliente exterior, que tiende a calentarla. Por esta razón, el enfriamiento apenas si llega a la mitad de la cifra antes obtenida.
Tampoco es fácil decir dónde se refresca más el agua de estas jarras, al sol o a la sombra. Al sol la evaporación es más intensa, pero el calentamiento también es mayor. Por lo visto, lo mejor es ponerlas a la sombra y donde haga un poco de viento.