4. ¿Cómo se puede debilitar la sacudida?
La Mecánica enseña cómo se puede suavizar la rapidez fatal con que aumenta la velocidad.
Esto se puede conseguir alargando el cañón. Pero si se quiere que en el momento del disparo la fuerza de la "gravedad" artificial, dentro del proyectil, sea igual a la gravedad ordinaria en la Tierra, el alargamiento del cañón tiene que ser muy grande. Un cálculo aproximado demuestra que para esto habría que hacer un cañón que tuviera, ni más ni menos, que… ¡6.000 km! En otras palabras, el cañón de Julio Verne debería llegar hasta el mismo centro de la Tierra. En este caso los pasajeros podrían sentirse libres de molestias, puesto que a su peso normal se sumaría otro igual aparente, debido al aumento paulatino de la velocidad, que haría que se sintiesen nada más que dos veces más pesados.
El organismo humano puede soportar, durante cortos espacios de tiempo, aumentos de la gravedad de hasta varias veces su peso. Cuando nos deslizamos por una pendiente de hielo en un trineo y cambiamos de dirección rápidamente, hay un instante en que nuestro peso aumenta considerablemente, es decir, nuestro cuerpo se aprieta contra el trineo más que de ordinario. Los aumentos de dos o tres veces de peso se soportan relativamente bien. Admitiendo que el hombre puede aguantar, sin perjuicio para su salud, un breve aumento de la gravedad de hasta diez veces su peso (ésta es la sobrecarga que experimentaron los cosmonautas al despegar. - La Red.), tendremos que será suficiente hacer un cañón que tenga 600 km de largo "solamente". Pero esto no es un consuelo, puesto que la fabricación de un artefacto semejante supera nuestras posibilidades técnicas.
Estas son las condiciones en que tendría sentido la realización del proyecto de Julio Verne de hacer un viaje a la Luna en un proyectil de cañón[4].