4. El Hombre Invisible

El escritor inglés Wells en su novela "The Invisible Man" (El hombre invisible) intenta convencer a sus lectores de que hacerse invisible es algo perfectamente realizable. Su héroe (el autor de la novela nos lo presenta como "el físico más genial que ha existido en el mundo") descubrió un procedimiento para hacer invisible el cuerpo de las personas. A continuación reproducimos el episodio en que el inventor describe el fundamento de su descubrimiento a un médico amigo suyo.

"La visibilidad depende de la acción que producen los cuerpos visibles sobre la luz. Usted sabe que los cuerpos pueden absorber, reflejar o refractar la luz. Si un cuerpo ni absorbe, ni refleja, ni refracta la luz no puede ser visto. Podemos ver, por ejemplo, un cajón rojo opaco, porque su pintura absorbe cierta cantidad de luz y refleja (difunde) los demás rayos.

Figura 110. Una barra de vidrio invisible.

Si este cajón no absorbiera en absoluto la luz, sino que la reflejara totalmente, nos parecería un cajón brillante, blanco, plateado. Si el cajón estuviera hecho de un brillante absorbería poca luz, su superficie total también reflejaría poca luz; solamente en algunos sitios, en las aristas, se reflejaría y refractaría, produciendo una visión luminosa de brillantes reflejos, algo así como un esqueleto luminoso. Un cajón de vidrio brillaría y se vería menos, puesto que en él la reflexión y la refracción serían menores. Pero si introducimos un trozo de vidrio ordinario en agua, o mejor aún en un líquido más denso que el agua, veremos que desaparece casi por completo, porque la luz que incide sobre él a través del agua se refracta y refleja muy débilmente. El vidrio se hace tan invisible como lo es un chorro de anhídrido carbónico o de hidrógeno en el aire por la misma causa.

- Efectivamente - dijo Kemp (médico) -, todo esto es muy fácil y en nuestro tiempo lo sabe cada niño de la escuela.

- Pues, vea usted otro hecho que también conocen todos los escolares. Si un trozo de vidrio se machaca y convierte en polvo se hace mucho más visible en el aire, es decir, se convierte en polvo blanco opaco. Esto ocurre porque al machacarlo hacemos que se multiplique el número de facetas de vidrio en que se refleja y se refracta la luz. Una lámina de vidrio no tiene más que dos caras, mientras que en el polvo la luz se refleja y refracta en cada granito que atraviesa, por lo cual es muy poca la que consigue pasar a través del polvo. Pero si este vidrio blanco molido le echamos en agua desaparece en el acto. El vidrio molido y el agua tienen aproximadamente el mismo índice de refracción, por esto, cuando la luz pasa de ésta a aquél se refleja y refracta muy poco. Sumergiendo el vidrio en un líquido cualquiera que tenga casi el mismo índice de refracción que él se hará invisible. De la misma manera, todo cuerpo transparente se hará invisible cuando se coloque en un medio que tenga el mismo índice de refracción que él. No hace falta cavilar mucho para convencerse de que el vidrio también se puede hacer invisible en el aire. Para esto lo único que hay que hacer es que su índice de refracción sea igual que el del aire, porque en estas condiciones cuando la luz pase del vidrio al aire no se refractará ni reflejará[2].

- Sí, sí -dijo Kemp-. Pero el hombre no es como el vidrio

- No, señor, es más transparente.

- ¡Qué sandez!

- ¡Y esto lo dice un naturalista! ¿Es posible que en diez años haya usted olvidado por completo la Física? El papel, por ejemplo, está formado por fibras transparentes, pero es blanco y opaco por la misma razón que hace que sea blanco y opaco el vidrio en polvo. Engrase usted el papel, llene de aceite los intersticios que hay entre sus fibras, para que la refracción y reflexión tenga lugar únicamente en sus superficies, y verá como el papel también se hace transparente como el vidrio. Lo mismo ocurre con las fibras del lienzo, de la lana, de la madera, de nuestros huesos, músculos, cabellos y nervios. En una palabra, todo lo que constituye al hombre, a excepción de la sustancia roja de la sangre y del pigmento oscuro de los cabellos, está formado por tejidos transparentes e incoloros. ¡Bien poco es lo que nos hace visibles unos a otros!"

Una confirmación de estos razonamientos puede ser el hecho de que los animales albinos (cuyos tejidos no contienen sustancias colorantes) que carecen de lana se caracterizan por tener un alto grado de transparencia. Un zoólogo que en el año 1934 encontró en Dietskoie Sielo cerca de Leningrado un ejemplar de rana albina, la describe así: "los tejidos que forman la delgada piel son transparentes lo mismo que los músculos; se ven las entrañas, el esqueleto… A través de la pared ventral se ve bien como se contraen el corazón y los intestinos".

El héroe de la novela de Wells inventó un procedimiento para hacer transparentes todos los tejidos del organismo humano y las sustancias que lo colorean (pigmentos). Este procedimiento lo ensayó en sí mismo. El éxito fue inmenso; el inventor se hizo totalmente invisible. A continuación veremos lo que le ocurrió después.

Física recreativa II
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