10. ¿Por qué la llama no se apaga a sí misma?
Si se recapacita sobre el problema de la combustión, se plantea forzosamente la pregunta siguiente: ¿por qué la llama no se apaga a sí misma?
Los productos de la combustión, el anhídrido carbónico y el vapor de agua, son incombustibles y por lo tanto incapaces de mantener la combustión. La llama, pues, está rodeada desde el primer momento de sustancias incombustibles que impiden la llegada de aire, y como sin aire no es posible la combustión, debe apagarse.
¿Por qué no ocurre esto? ¿Por qué continúa la combustión mientras queda materia combustible? Porque los gases se dilatan al calentarse, y, por consiguiente, se hacen más ligeros. Únicamente por esto los productos de la combustión no se quedan junto a la llama en que se formaron, sino que inmediatamente son empujados hacia arriba por el aire fresco. Si el principio de Arquímedes no se extendiera a los gases (o no existiera la gravedad) todas las llamas se apagarían de por sí a poco de empezar a arder.
Convencerse del efecto tan funesto que producen en la llama los productos de la combustión es cosa fácil. Generalmente nos servimos de este efecto, inconscientemente, cuando apagamos una lámpara. ¿Qué hacemos para apagar una lámpara de petróleo? Soplamos por arriba, es decir, hacemos que los productos incombustibles de la combustión vuelvan hacia abajo, hacia la llama; esta última deja de recibir aire y se apaga.