5. La conversación más lenta
Si usted cree que la verdadera velocidad del sonido en el aire - la tercera parte de un kilómetro por segundo - es suficiente en todos los casos, ahora cambiará usted de opinión.
Supóngase que entre Moscú y Leningrado en lugar del teléfono eléctrico se empleara un tubo acústico como los que antiguamente unían las dependencias de los grandes establecimientos comerciales o como los que se empleaban en los buques para comunicar con la sala de máquinas. Usted se encuentra en Leningrado, en uno de los extremos de este tubo de 650 kilómetros de longitud, y un amigo suyo está en Moscú, en el otro extremo. Usted pregunta y espera la respuesta. Pasan 5, 10, 15 minutos y la respuesta no llega. Se impacienta usted y piensa que puede haberle ocurrido algo a su interlocutor. Pero estos temores son infundados, lo que ocurre es que su pregunta no ha llegado todavía a Moscú, se encuentra a la mitad del camino. Antes de que su amigo escuche su voz y pueda contestarle pasará otro cuarto de hora. Pero su respuesta tardará en ir de Moscú a Leningrado media hora, por lo menos, así es que la contestación a su pregunta llegará al cabo de una hora.
Si quiere puede comprobar este cálculo: de Leningrado a Moscú hay 650 km; el sonido recorre 1/3 de kilómetro por segundo, por lo tanto, tardará en recorrer la distancia entre las dos capitales 2 160 y pico segundos, o sea poco más de 35 minutos. En estas condiciones, aunque estuvieran todo el día hablando, desde por la mañana hasta por la noche, no lograrían intercambiar más de diez frases[2].