9. Enmascaramiento
El hombre ha copiado de la naturaleza el arte de hacer que su cuerpo pase inadvertido, es decir, de que se confunda con el fondo que lo rodea. Los vivos colores de los llamativos uniformes de otros tiempos, que tan pintorescos hacían los cuadros de batallas, han caído en desuso y han sido desplazados por los uniformes monocromos de color caqui. El color gris acerado de los modernos navíos de guerra también es una forma de enmascaramiento, que hacen que los buques sean poco perceptibles cuando tienen como fondo el mar.
El llamado "camuflaje táctico" o enmascaramiento militar de objetivos como las fortificaciones, cañones, tanques, barcos, así como el empleo de la niebla artificial y otras medidas semejantes, tienen por objeto confundir al enemigo. Los campamentos se enmascaran cubriéndolos con unas redes especiales en cuyas mallas se entrelazan manojos de hierba; los combatientes se ponen batas con manojos de estropajo teñido del color dé la hierba, etc.
La aviación moderna también utiliza el enmascaramiento. Un avión pintado a manchas pardas, verde-oscuras y violáceas (correspondientes a los colores de la superficie de la tierra), cuando se observa desde otro avión más alto, es muy difícil de distinguir sobre el fondo que ofrece la superficie de la tierra. La parte inferior del avión se pinta de un color que mirado desde tierra sobre el fondo del cielo hace que no se vea, por ejemplo, celeste claro, rosa claro, y blanco. Estos colores se distribuyen por la superficie del avión formando manchas. Cuando el avión vuela a 750 m estos colores se confunden formando un fondo poco perceptible. A 3 000 m de altura estos aviones son prácticamente invisibles. Los aviones de bombardeo nocturno se pintan de negro.
Un enmascaramiento ideal para cualquier medio sería una superficie especular que reflejara el fondo. Un objeto con superficie de este tipo tomaría automáticamente el aspecto y el colorido del medio en que se encontrara; desde cierta distancia sería casi imposible de descubrir. Los alemanes emplearon esta idea durante la primera guerra mundial para camuflar los zeppelines. Muchos de estos dirigibles presentaban superficies de aluminio brillante, que reflejaban el cielo y las nubes, por lo que eran muy difíciles de descubrir si no los delataba el ruido de los motores.
Así es como en la naturaleza y en el terreno militar se lleva a la práctica el sueño de las leyendas populares sobre el "gorro mágico".