10. El "rizo de la muerte"
Casi todos conocen el vertiginoso truco velocipédico que presentan a veces en los circos en el cual un ciclista entra en un rizo, de abajo arriba, y describe una circunferencia completa, a pesar de que la parte superior de esta circunferencia la recorre con la cabeza hacia abajo.

Figura 44. El "rizo de la muerte". Abajo a la izquierda el esquema para el cálculo.
En la arena del circo construyen generalmente una pista de madera en forma de rizo con una o más vueltas, como la que se puede ver en la Figura 44. El ciclista desciende por un plano inclinado, sube rápidamente por la pista circular, pasa la parte superior de esta pista con la cabeza para abajo y después de recorrer una circunferencia completa llega felizmente a tierra.[5]
El público suele creer que este truco es la cumbre del arte acrobático. Algunos espectadores se preocupan y preguntan: ¿qué fuerza misteriosa sostiene a este intrépido ciclista cabeza abajo? Otros, más incrédulos, sospechan que se trata de un engaño. Pero en esto no hay nada sobrenatural. Este truco se explica totalmente por las leyes de la Mecánica. Una bola de billar puesta a rodar por esta misma pista la recorrería hasta el fin con el mismo éxito que el ciclista. En los gabinetes de Física de las escuelas hay "rizos de la muerte" en miniatura.
"Mefisto", el célebre inventor y ejecutor de este truco, antes de lanzarse él mismo a "rizar el rizo", probaba la solidez de la pista echando a rodar por ella una bola cuyo peso era igual al del artista con la bicicleta. Si la bola hacía el recorrido sin contratiempos, "Mefisto" se arriesgaba a ejecutar el truco.
El lector comprenderá, naturalmente, que este fenómeno se debe a la misma causa que explica el experimento del cubo giratorio. Para poder pasar felizmente la parte peligrosa del rizo, es decir, la parte superior, el ciclista debe llevar una velocidad suficientemente grande. Esta velocidad viene determinada por la altura desde la cual empieza a descender el artista. La velocidad mínima tolerable depende del radio del rizo. De aquí se deduce que para que el truco salga bien hay que calcular exactamente la altura desde la cual se lanza el ciclista, de lo contrario puede ocurrir una catástrofe.